lunes, 21 de noviembre de 2022

El movimiento obrero y sindicalismo en Valencia y Alzira (1898-1917)

Huelga de La Canadiense, Barcelona, 1919
Huelga de La Canadiense, Barcelona, 1919

En 1870 se celebró en España el I Congreso Obrero Español (o I Congreso de la Federación Regional Española de la I Internacional). En esta época no existía todavía ninguna sociedad obrera. Solamente unas pocas cooperativas y sociedades benéficas de socorros mutuos. Pero tras el golpe de estado del general Pavía (1827-1895), que puso en jaque mate la Primera República Española (1873-1874), en 1874, la llegada del general Serrano (1810-1885) al poder provocó que la Internacional española quedase relegada a la semiclandestinidad. 

Hubo que esperar hasta 1881, cuando un decreto de Sagasta permitió a la Internacional reaparecer a la luz pública a través de una nueva agrupación, la Federación de Trabajadores de la Región Española. Esta agrupación se disolvió en 1888, poniendo fin a las aspiraciones obreras de la Internacional sin ningún éxito.

En ese mismo año 1888 se constituyó la Unión General de Trabajadores (UGT). En paralelo, los anarquistas iniciaron una escalada de actos terroristas en España en 1890. En Xàtiva se cerró el centro anarquista en ese mismo año. Esto llevó a la ilegalización del anarquismo y su persecución en 1894. El fracaso de la Internacional y del anarquismo provoca que a partir de 1894 el movimiento obrero español se desideologiza (Reig, 1982: 15). Los anarquistas se disuelven y la UGT es todavía joven, sin implantación suficiente. Esta tendencia desideologizante se aprecia hasta 1910, cuando se constituirá y legalizará la CNT.

En 1900 se crea en Valencia el Centro Obrero, impulsado por los socialistas. En ese momento los anarquistas eran perseguidos por la policía y una acusación de anarquismo contra un obrero equivalía a ser señalado como delincuente. Surgen las primeras sociedades de resistencia obrera, dotadas de caja de ahorros para hacer frente a los gastos de manutención de los obreros en caso de huelgas y reducción de jornales. En su inicio sus integrantes se unen por "conciencia de defensa socioprofesional" (Reig, 1982: 16), y no están interesados a adherirse al socialismo o anarquismo. Son agrupaciones desprovistas de ideología concreta. Poco a poco esto cambiará, pues los líderes de cada agrupación obrera la irán arrastrando hacia el socialismo o anarquismo. Pero este es un proceso gradual, de lenta polarización ideológica (Reig, 1982: 17), a lo largo de la década 1900-1910.

Huelga de mujeres en Valencia, febrero de 1916

El año 1900 es el año dorado en Valencia de las sociedades obreras. El Pueblo, periódico republicano y blasquista fundado por el escritor Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928), apadrina estas sociedades dándoles publicidad en sus primeras planas: "el movimiento obrero merece más atención que la arlequinesca farsa parlamentaria" (El Pueblo, 01-01-1900). Los republicanos y los socialistas se alían durante este tiempo para defender estas asociaciones.

En los años 1899, 1900 y 1901 nacen en la ciudad de Valencia decenas de sociedades obreras, cada una agrupando a un oficio concreto. Son similares a los gremios medievales. Así, antes de 1899 se constituyen 4 sociedades, otras 4 en 1899, 21 en 1900, 4 en 1901, y hasta 1904 se constituyen otras 17. En 1905 ya no se funda ninguna nueva sociedad y las que existen suman medio centenar (Reig, 1982: 19). El historiador Reig compara este proceso afiliativo con el existente en la España de la Transición (1977-1978), tras la legalización de los sindicatos obreros. Y en ambos casos, tras este "boom afiliativo", siguió un cierto desencanto a partir de 1904: "convocatorias que se repiten con insistencia, reuniones que no se celebran por falta de asistentes suficientes, y recordatorios para que quienes no habían satisfecho sus cuotas lo hiciesen en condiciones favorables" (Reig, 1982: 20). Estas agrupaciones ciertamente mantenían vínculos de colaboración entre ellas, pero eran lazos demasiado débiles para enfrentarse a la realidad propia de cada sector profesional. No había coherencia ideológica, no había verdadera unión. Con todo ello, se celebró en Valencia una huelga general en 1905.

En esta etapa hay pues cincuenta asociaciones obreras en Valencia, todas ellas con una consistencia muy débil y fragmentada. Carecían de orientación ideológica común o disciplina de grupo. La diversidad ideológica dentro de cada sociedad obrera hacía a sus integrantes reticentes a vincularse con el socialismo o con el anarquismo. Destaca de entre estas sociedades la Sociedad de Estibadores del puerto de Valencia, que por la necesidad propia de su naturaleza, sí estaba federada con la de otros puertos (Barcelona, Cartagena, Alicante y Almería). Si un puerto del Mediterráneo se declaraba en huelga los patronos podían sortear el problema recurriendo a otros puertos, y por ese motivo los obreros eran plenamente conscientes de la necesidad de unir esfuerzos y federarse. Pero esta era la excepción en 1905.

En el año 1903 se publicó esta curiosa nota firmada por los editores del periódico republicano y obrero, El Pueblo.

El Pueblo, 10 de octubre de 1913
El Pueblo, 10 de octubre de 1913

Esta situación de "atomismo societario" (Reig, 1982: 21) se prolongó hasta la Semana Trágica de Barcelona, el 1 de agosto de 1909. Las protestas contra la guerra de Melilla en Barcelona colisionaron en Valencia con el muro de indiferencia que los socialistas y republicanos blasquistas levantaron a través de la prensa. El movimiento de protesta se redujo a los anarquistas, pero dada su falta de organización, sus esfuerzos fueron insuficientes. El fracaso de la Semana Trágica en Valencia, a diferencia de Barcelona, evidenció la debilidad de estas sociedades obreras, que eran incapaces de unificar los deseos de los obreros. Sus límites quedaban en evidencia, sus integrantes lo percibían, y también los patronos. Por tanto resultaban cada vez más ineficaces para el papel para el cual habían sido concebidas diez años antes. Por este motivo las sociedades de mayor peso anarquista participaron desde Valencia, en 1910, en el primer Congreso fundacional de la CNT.

El Pueblo, 14 de septiembre de 1911
El Pueblo, 14 de septiembre de 1911

Mientras la debilidad de las sociedades obreras evidenciaba su fracaso y, por el contrario, la CNT se alzaba como nuevo movimiento unificador del anarquismo, sucedieron en septiembre de 1911 los sucesos revolucionarios de Alzira, Cullera y Xàtiva. A partir de entonces la CNT y la UGT encabezarán las aspiraciones de los obreros. La desaparición de las sociedades socioprofesionales dará lugar a un fortalecimiento de ambos sindicatos, anarquista y socialista, que se consolidará hasta la huelga obrera revolucionaria de agosto de 1917, alimentada por el malestar creciente que imperaba en España debido a la crisis de las subsistencias (inflación) de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). El fracaso de la huelga de agosto de 1917 provocaría un episodio de desencanto, frustración y decepción, que llevó a la UGT y a la CNT a perder cientos de miles de afiliados desde los últimos meses de 1917 en adelante.

Valencia Revista Mensual, agosto 1917
Valencia Revista Mensual, agosto 1917

Fuentes:

Reig, Ramiro (1982). Obres i ciutadans. Blasquisme i Moviment Obrer, València, 1898-1906. Institució Alfons el Magnànim, Valencia.