La moda de la Belle Époque estuvo marcada al milímetro por los dictados de las modistas parisinas, pues París y la cultura francesa se consideraban el signo de referencia para el resto de países occidentales, entre ellos, España. Estudiar francés, intercalar expresiones en francés en conversaciones o cartas, como hoy hacemos nosotros con los anglicismos, y alabar todo aquello que viniese de la Francia de finales del siglo XIX y los primeros años del XX, era un signo indiscutible de elegancia. De ahí el interés de todas las modistas y sastres de España por imitar las novedades que nacían en París.
Es difícil separar unos años de otros a lo largo del periodo que comprende las dos primeras décadas del siglo XX. No hay fechas concretas que señalen el inicio y el principio de cada época, y de hecho, el propio término Belle Époque sigue siendo a día de hoy un concepto difuso que queda reservado a los estudios de la moda y la decoración de aquellos años entre el siglo XIX y XX. Como se ve en estas imágenes la moda masculina apenas varía durante este tiempo, mientras que la moda femenina es la que experimenta los cambios más significativos y desde luego, irreversibles.
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Moda masculina de 1910 a 1919 |
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Moda femenina de 1910 a 1919 |
La moda femenina, a lo largo de estos diez años (1910-1919), pero de una forma mucho más acelerada durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), adopta las faldas cada vez más cortas: desde cubrir los pies en 1910 hasta mostrar los tobillos y algunos centímetros adicionales en 1919. Se abandona el uso de la sombrilla para protegerse del sol y las mangas cortas comienzan a asomar al final de la década, en la antesala de los años 1920, donde aparecerán los tirantes. Pero no adelantemos acontecimientos. Volvamos al último año de la Belle Époque, el verano de 1914 donde nada volverá a ser lo mismo.
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Moda de primavera 1914 |
Los adornos de lazos, pompones de seda o pluma propios de los sombreros de paja van quedando poco a poco relegados al fondo de los baúles y armarios durante la Guerra. Existe un sentimiento generalizado en esta época de evitar el adorno o la ostentación propios de la Belle Époque (1890-1914). Los hombres de Europa están muriendo en el frente de batalla y millones de mujeres -de las clases medias y bajas- se están incorporando por primera vez al trabajo en hospitales, fábricas y talleres ocupando el trabajo que dejaron sus padres, maridos, hijos o hermanos, muchos de los cuales no regresarán jamás o, de hacerlo, tal vez no puedan volver a trabajar debido a las heridas de guerra. Por eso la ropa femenina se masculiniza poco a poco y la comodidad sustituye al adorno.
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Vestido de tarde de Mercedes Altarribas (1910-1914). Museo del Traje. |
Llegado el verano se empleaban telas que pudiesen lavarse con facilidad. Debía lavarse a mano en ríos, estanques o para el caso de las ciudades, los lavaderos públicos gestionados por los Ayuntamientos y empleados exclusivamente por mujeres, bien por las amas de casa o bien por las lavanderas profesionales que lavaban la ropa de hombres solteros, previo pago a tantos céntimos por cada prenda lavada. El estadounidense Alva John Fisher (1862-1947) inventó la lavadora eléctrica en 1901 y la patentó en 1910, pero el invento tenía múltiples fallos al ser utilizado. Es en 1928 cuando Siemens comenzaría a producir en Alemania las primeras lavadoras eléctricas. En 1958, AEG (Compañía Eléctrica General), comienza a producir las primeras lavadoras automáticas tal y como hoy las conocemos, pero en España no comienza a introducirse su uso hasta 1966, cuando los empresarios Lairla y Bayona fundan Balay. Regresamos ahora a los primeros años del siglo, cuando la idea de una lavadora automática era ciencia ficción.
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Moda de verano 1914 |
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Moda de verano 1914 |
Esta fotografía de un grupo de mujeres vestidas con abrigos de piel es probablemente de la primera mitad de la década, tal vez anterior a la Primera Guerra Mundial, pues como veremos, los abrigos de piel dejaron de utilizarse hacia 1916 debido a las dificultades que la guerra provocaba en la producción y venta de esta materia prima. Los abrigos de piel serían sustituidos por los abrigos de paño, más baratos.
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Mujeres hacia otoño-invierno de 1915 |
En cuanto a abrigos y pieles la nueva economía de la guerra y el encarecimiento de precios que se vivió no solo en Euorpa, también en España a partir de 1916, provoca el fin del comercio de pieles. Los "largos abrigos de paño sin estar desprovistos de elegancia" sustituyen pues a los abrigos de piel, por su menor coste y la mayor facilidad de suministrar la materia prima en medio de las limitaciones que impone la guerra. Si se usaban para diario, viajes, excursiones en automóvil tenían una hechura sencilla. En cambio si se destinaban a ocasiones que exigiesen indumentaria más refinada, se añadía una tira de piel en el cuello alto y en las carteras de las mangas. Estas pieles eran armiño sin motas negras.
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Moda de verano de 1916 |
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Moda de primavera de 1915 |
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Diseño de Callot Soeurs, París, 1915 |
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Diseño de Callot Soeurs, París, 1915 |
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Alumnas del Internado de Santa Teresa de Jesús, Málaga, 1915 |
Las páginas del Almanaque Bailly-Bailliere de 1917 recogen con gran detalle el tema que nos ocupa en un artículo titulado "La moda femenina en 1916". Desde 1914, a causa de la Guerra de Europa, como se llamó a la Primera Guerra Mundial (1914-1918), estaban cerradas la mayoría de casas de costura y fue entonces cuando "debido a la iniciativa de las señoras volvieron a funcionar en Paris y otras ciudades establecimientos y obradores largo tiempo cerrados". Esta publicación toma a su vez referencia en "La mujer en su casa", otra publicación española fundada en 1902 que publicó hasta 1920 y "que luchando valientemente contra las dificultades causadas por la guerra europea supo lograr que nada faltara a sus muchas suscriptoras, teniendo esmero en la sección de modas para vestir ellas con elegancia y economía".
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Henri Bendel (primavera-verano 1915)
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En aquel año la moda femenina proseguía en su tendencia de abandonar "los exagerados ajustamientos, consolidando cada vez más las amplitudes". Se busca la comodidad, sin dejar de lado la estética, pero siempre supeditada a la libertad de movimientos. Las faldas se dotan de mayor amplitud. Para el invierno se emplean lanas inglesas, paño para los abrigos y terciopelo. Para la primavera y el otoño (entretiempo) se utiliza la sarga, tafetán de Nápoles. Los colores a combinar eran los cuadros blancos y negros, los azules y blancos, los marrones con los blancos y los negros. Las mujeres de mediana y avanzada edad preferían el gris y el negro, evitando los colores claros. El color predominante en la moda de 1916 fue el azul marino, color apropiado para la economía de guerra según el Almanaque: "no debiera elegirse otro cuando se tiene la intención de que un traje dure varias temporadas". Otros colores recomendados eran "el verde ruso, el violeta oscuro, el berenjena y toda la escala de gris, desde el gris acero casi negro hasta el gris plata, muy distinguido y elegante".
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Fotograma de la película Shoes, de Lois Weber, 1916 |
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Fotograma de la película Shoes, de Lois Weber, 1916
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Dependiendo de la época del año los colores cambian: las telas blancas y ligeras para el verano, y las telas fuertes y oscuras para el invierno. En 1916 el bordado soutache estaba muy de moda. Este bordado imita la lujosa pasamanería y da un toque de elegancia o lujo a las ropas. Podemos ver, en estas imágenes,
fotogramas coloreados digitalmente, en 2022, de la película Shoes, dirigida por Lois Weber y protagonizada por Mary MacLaren en 1916.
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Fotograma de la película Shoes, de Lois Weber, 1916
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En cuanto a sombreros el elemento novedoso y de moda en 1916 era la toca adornada con cintas. También se seguía utilizando, como se había hecho otros años, el canotier, sombrero utilizado muy comunmente por los hombres. Las mujeres usaban el canotier sin adornos o con muy pocos "consistiendo toda su gracia en la manera de volver un poco el ala". En el calzado, por ejemplo, desaparece prácticamente el tacón. Salvo por los colores o adornos, la suela de los zapatos de mujer se asimila a la del hombre.
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Canotier para hombre de la década de 1900. Museo del Traje |
El acortamiento de las faldas hasta poco más de la altura del tobillo provoca que los zapatos, antes ocultos, queden al descubierto todo el tiempo. Esto intensifica el "esmero en el calzado". Leemos en las páginas del Almanaque Bailly-Bailliere que las mujeres optaban por botas con la polaina de color claro para los trajes de mañana y cambiaban a botas negras de piel con broche delantero o lateral para las tardes. En verano se calza zapatos con medias muy finas, casi transparentes. Los zapatos eran de seda, raso o terciopelo, bien blancos o bien de color, y se adornaban con lazos o hebillas metálicas.
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Moda de otoño de 1915 |
Un complemento adicional al sombrero es el guante, generalmente blanco. En verano se prefieren de seda. Durante esta época calurosa se usan largos porque las mangas de los trajes son cortas, pero en invierno, cuando se visten mangas largas, los guantes son cortos y cubren solamente la mano hasta la muñeca.
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Moda de verano de 1916 |
El peinado de la mujer durante la Primera Guerra Mundial abandona el moño propio de la Belle Époque y opta por peinados más sencillos con el único atractivo de las ondulaciones.
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Revista inglesa de modas y peinados, ca. 1915 |
Así lo observa el texto del Almanaque: "son indispensables las ondulaciones más o menos artísticas, única gracia de este, al parecer, sencillo peinado. Toda mujer que se ocupa un poco de su persona estudia lo que mejor sienta a su fisonomía sin atenerse escrupulosamente a la moda. Las de cara estrecha ensanchan las ondulaciones y las ahuecan, y las de cara ancha aumentan la altura del tupé".
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Peinados y moños hacia 1915 |
En el cabello se emplean horquillas, broches de concha "de muy artística labor", y ocasionalmente algunas joyas, "que atraen las miradas y el dinero de las mujeres favorecidas por la fortuna".
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Moda de otoño 1916 |
Otros adornos que se siguen utilizando durante la guerra son los botones de cristal o de nácar en las blusas, los paraguas o sombrillas de seda, los cuellos, las corbatas de mujer, y los abanicos. Las blusas preferidas por la moda del momento eran las de muselina, seda o gasa. Se ponen de moda los trajes de una sola pieza que combinan falda y chaqueta (trajes Princesa).
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Retrato de mujer, ca. otoño de 1916 |
La moda de invierno dictaba vestidos de terciopelo escotado, falda corta, pieles llamativas (blancas, amarillas, corinto, azules), grandes sombreros con cimeras de plumas y medias de seda calada. El maquillaje imponía labios pintados y mejillas con algo de color.
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Moda de invierno 1916-1917 |
Pero no todas las mujeres podían permitirse vestir a la moda, aunque como hoy, se intentaba imitar en lo posible de cada economía doméstica. Para quienes por sus circunstancias económicas no podían pagar modistas o costureras, las revistas de moda recomendaban gorros de terciopelo negro muy sencillos y sombreros de campana azul marino. Para combatir el frío se empleaban trajes de gabardina negra, falda fruncida, dejando asomar a veces los tobillos; chaqueta de lana; bata de muselina de lana lisa sobre otra bata de flores.
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Valenciana en la huerta, Ricardo Verde Rubio (1876 - 1954) |
Así describe Blasco Ibáñez en su novela Alma Valenciana, de 1904, la indumentaria de la mujer valenciana: "La mujer valenciana no ha trabajado nunca la tierra. El labrador se deshonraría ante sus convecinos si obligase a la hembra a otro trabajo que la conservación de la barraca blanca y limpia. La valenciana paseaba entre los rosales de su barraca, en los días de fiesta, con alta peineta de oro, grandes racimos de perlas pendientes de las orejas hasta tocar la pañoleta de blonda de los hombros, falda de brocado con flores y medias de seda". Esta indumentaria de las mujeres de clase humilde se complementaba en los días de celebraciones con mantón amarillento con flores rojas y blancas, peinado de rodete y agujas de perlas.
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Mujeres obreras, ca. 1915 |
Las mujeres obreras y trabajadoras vestían mucho más humildemente. Es una época de clases donde la fortuna o la cuna separan a las personas por medio de insalvables barreras sociales que no se cuestionaban jamás. El rico era rico y aspiraba a mantener su riqueza. El pobre hacía lo mismo y se contentaba con ello, por más que intentase cuando podía imitar al rico con el fin de aumentar su consideración social entre los suyos. Las mujeres obreras, en invierno, vestían abrigos de paño, mantas enguantadas y ocasionalmente cubrían sus cabezas con humildes mantillas o discretos sombreros, pero generalmente iban descubiertas.
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Mujeres obreras en Valencia, calle La Paz, huelga de febrero de 1916 |
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La Correspondencia de Valencia. Anuncio publicitario de los grandes almacenes El Águila, diciembre de 1917
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Revista La Moda Elegante, marzo 1917 |
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Revista La Moda Elegante, marzo 1917
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Los anuncios de moda publicados en Valencia durante el verano de 1917 ofrecían los siguientes modelos como reclamos: abrigo de tricot de lana de colores lisos; vestido de lanilla negro, azul y col; blusa volie listada de cuello organdin bordado; blusa voile con calados, blanco y negro (
La Correspondencia de Valencia, 12-06-1917).
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Revista La Moda Elegante |
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Moda masculina hacia 1915 |
Un hombre joven en la década de 1910 a 1919 se vestía con traje sport de lanilla o meltón o con traje de dril, más barato. Otros modelos eran el traje de alpaca negra; y los pantalones de franela blanca o listada (La Correspondencia de Valencia, 12-06-1917).
El escritor Blasco Ibáñez, en su novela Alma Valenciana, de 1904, observa a los obreros de la ciudad de Valencia y los describe con camisas blancas de algodón, sudadas, pantalones sujetos por tirantes, ropa desgastada y descolorida. Los campesinos de la huerta vestían con alpargatas de esparto, el pie desnudo en verano y si era invierno, calcetines de lana negra. El pantalón solía ser de pana oscura, con faja negra en la cintura, gorra verde oscuro, marrón o negra. Los domingos, para pasear con sus familias por las calles, se vestían con traje completo de paño, gorra y alpargatas. O blusa corta y de color claro, pantalón de pana y sombrero negro.
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Moda masculina hacia 1915 |
Para el año 1917 las últimas novedades en la moda de invierno eran los cuellos de cuellos de cibelina, manguitos Renard con ramos de violetas, sombreros "dernier cri" y limitados solo a las mujeres más pudientes, los abrigos de piel. Se preferían los sombreros redondos de tul y encajes de copa estrecha, evitándose las alas anchas que iban quedando anticuadas o reservadas a las mujeres de más edad. Así, al final de la Primera Guerra Mundial predominan los vestidos de tonos oscuros (azul oscuro, ciruela, gris, malva, violeta), con abrigo largo. Botas de cuero negro o zapatos de lazo a conjunto del mismo color que el vestido.
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Moda de primavera 1918 |
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Moda de verano 1918 |
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Moda de otoño 1918 |
Como conclusión, y con el fin de la Primera Guerra Mundial el 11 de noviembre de 1918, la moda femenina en España, en el resto de Europa y en Estados Unidos, ha cambiado para siempre. La indumentaria femenina ha dejado atrás el paradigma de la ostentación, el detalle y los diseños complejos para buscar un estilo más dinámico, libre en los movimientos, de formas menos ajustadas y más lisas. Pronto se iniciará una nueva década, los años 1920, que transformará todavía más lo conseguido hasta entonces y conducirá la moda a un nuevo paradigma.
Fuentes:
Tesis doctoral de Carmen Arroyo Martín, publicada en el año 2018 por la Facultad de Ciencias de la Documentación, Universidad Complutense de Madrid, con el título "La Moda Elegante Ilustrada en el periodo de entreguerras (1918-1927). Análisis documental", dirigida por María Olivera Zaldúa y Juan Miguel Sánchez Vigil. Esta obra analiza el significado social de la moda, las publicaciones ilustradas del periodo (1918-1927) en España y en el extranjero.
Almanaque Bailly-Bailliere (1917). La moda femenina en 1916. 297-301.