sábado, 25 de junio de 2022

Alzira, Valencia y España durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Crisis de 1917. Parte 2 de 2.


Alzira hacia 1915

Pongámonos en antecedentes: ¿Cómo era Alzira durante los años de la Primera Guerra Mundial? En el año 1914 en Anuario Batllés recogía la siguiente descripción de la ciudad: "Ciudad de 20.500 habitantes, cabeza de partido judicial, forma la ciudad una isla porque está rodeada por los dos brazos en que se divide el río Júcar, poco antes de llegar a la población. Feria del 23 al 25 de julio y del 21 al 23 de diciembre, mercado los miércoles. Servicio de carruajes diario a Alberique, Alcudia de Carlet, Carcagente, Carlet, Corbera de Alcira, Guadasuar, Llaurí, Favareta. Produce arroz, habichuelas, cacahuete, seda, uva y naranja de superior calidad, cuyos productos y otros menos importantes se exportan a los principales mercados del país y del extranjero, por cuyo motivo su comercio es de bastante importancia. Fábrica de aguardientes, licores, baldosas hidráulicas, bebidas gaseosas, electricidad, envases de madera, gorras, guano, hielo, jabón y sombreros. Hay grandes almacenes de maderas para construcción procedentes de la serranía de Cuenca, que se conducen a flote por el Júcar y surten las provincias de Valencia y Alicante, y siete establecimientos de sierras mecánicas a vapor, dedicadas al corte de madera para la fabricación de cajas, en las que se exporta la naranja y otras frutas. Tiene cuatro casinos, hospital, asilo de beneficencia, cuarteles, dos teatros, Escuelas Pías y otros establecimientos benéficos y de instrucción. Ferrocarril del Norte a 454 kilómetros de Madrid. Coche a la estación: precio del asiento, 0,25 pesetas. Teléfono limitado. Cuatro notarías".

Anuario Batllés, 1914

El año 1917 es recordado por la crisis social que en toda España sacudió la estabilidad aparente del sistema político de la Restauración (1874-1931). Nada volvió a ser lo mismo desde entonces, y solo seis años después, en 1923, el militar Miguel Primo de Rivera se hizo con el poder estableciendo la Dictadura (1923-1930) que supuso el fin de los partidos Liberal y Conservador y de cualquier actividad política o democrática en nuestro país. En este texto conoceremos el día a día en una población concreta, Alzira, durante aquel año convulso, así como los eventos que tuvieron lugar también en el resto de España.

Alzira era en 1916 un municipio de 21.790 habitantes (en 2022 cuenta con más de 45.000). Estaba gobernado el alcalde del partido Liberal, Eduardo Bono Sifre, que era abogado de profesión, y su Ayuntamiento constitucional constaba de 22 concejales incluido su alcalde.

Inundación del 28 de noviembre de 1916 en Alzira.

La noche del martes 28 de noviembre de 1916 el río Júcar se desbordó por causa de las fuertes lluvias. La inundación devastó las calles de Alzira. Su rapidez fue tal que la población apenas tuvo tiempo de reaccionar para salvar sus bienes. Durante tres semanas los campos no pudieron trabajarse debido a la magnitud de los trabajos de limpieza y desescombros que se llevaron a cabo en la población. Como leemos en la novela "Los reyes mudos", este desastre natural conllevaba la imposibilidad de trabajar en el campo en los días siguientes, y con ello, la falta de jornales. Dice el personaje de Loreto en esta novela, ambientada en 1904 en L'Alcúdia: "tanto se quejaba todo el mundo por falta de agua que Dios acaba de arrojarnos una verdadera catarata. Se han suspendido las faenas y como la gente jornalera vive al día, me parece que pronto habrá hambre". Alzira recibió ayuda de Valencia, Alberique y otros municipios, que enviaron por ferrocarril pan, mantas y otras provisiones. El Ayuntamiento estimó casi medio millón de pesetas de la época. El equivalente de hoy sería cerca de ocho millones y medio de euros del año 2020.

Puente de San Bernardo, Alzira, en la inundación de noviembre de 1916

Como consecuencia de la inundación Alzira recibió socorros de diversas instituciones, entre ellas, la Colonia Austro-Alemana de Valencia, seguramente en un intento por parte de los germanófilos en influir en la opinión pública a través de la caridad. El acta del pleno del Ayuntamiento de Alzira del 4 de diciembre de 1916 hace constar que "dada la rapidez de la subida de las aguas fue materialmente imposible poder avisar" por parte de los alcaldes de Manuel, Albaida y Játiva, de la inminente inundación que llegó a Alzira en la noche del 28 de noviembre. El día siguiente, 5 de diciembre, se celebró una sesión extraordinaria con objeto de tratar con más detenimiento las consecuencias de la inundación. 

Visitó al alcalde Emilio Bono el propietario de la fábrica de electricidad en el Río de los Ojos, "el señor [Bartolomé] Pardo [Sánchez] para manifestarle que por causa de la inundación se había agrietado el edificio de la fábrica de energía eléctrica a vapor y necesitando repararlo únicamente podía servirse de la otra fábrica de fuerza hidráulica". El uso intensivo de este recurso auxiliar provocaría naturalmente el corte de las aguas de la Acequia Real durante algunos días.

La reina Victoria Eugenia, por su parte, hizo un donativo de ropas para los pobres afectados. En la sesión del 11 de diciembre de 1916 el rector de las Escuelas Pías solicitó al Ayuntamiento "una cantidad para proceder a la recomposición de los desperfectos sufridos en los pisos del edificio con motivo de la inundación por haberse refugiado gran número de caballerías".

El mes de diciembre de 1916 es crítico en Alzira, pues había empezado la campaña naranjera y si bien esta se atrasaba debido a la inundación, que además había dañado numerosas cosechas, para los propietarios de Alzira era imprescindible sacar toda la producción por ferrocarril con destino al resto de España y al extranjero. Las principales rutas de exportación eran por ferrocarril a Francia, y por vía marítima desde el puerto de Valencia a Francia y Reino Unido. Las exportaciones marítimas se habían visto amenazadas en diferentes momentos desde el inicio de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), o Guerra de Europa, como se la denominaba entonces. Pero la diplomacia exterior española siempre había asegurado estas exportaciones sin demasiados problemas. El problema principal era que los envíos de naranjas por ferrocarril desde la Estación de Alzira dependían absolutamente de una empresa privada, la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España (Compañía del Norte) [hoy Red Nacional de Ferrocarriles Españoles (Renfe)]. La Compañía del Norte no había realizado en los años previos las inversiones oportunas para sostener una flota de locomotoras suficientes, y ya en 1916 los problemas de abastecimiento ferroviario venían siendo un problema agravado por el encarecimiento de materias primas que había provocado la guerra en Europa.

Un tren de pasajeros en la estación de ferrocarril de Onteniente (similar arquitectónicamente a la de Alcira, hacia 1920)

Por este motivo en Alzira, donde aún no habían llegado las reparaciones económicas que el gobierno español había prometido en las Cortes para paliar los daños de la inundación, el lunes 18 de diciembre se convocó un paro general en protesta por la gestión de la Compañía del Norte. Esta huelga era en realidad una réplica de otra que tuvo lugar en Valencia, abanderada por los sindicatos de ferroviarios y maquinistas de la Compañía del Norte, que protestaban contra la inoperancia de esta empresa y contra la inacción del gobierno español ante la inflación y la crisis de las subsistencias. Se sumaron a la huelga los conductores de tranvías. La huelga tuvo carácter pacífico y se extendió a todos los negocios de la capital: fábricas, comercios y mercados. La Guardia Civil vigiló a los huelguistas, aunque no se produjo ningún incidente. En Alzira la atención aquel día recayó sobre todo en el río Júcar, que experimentó una leve crecida por las lluvias de Cuenca, aunque finalmente no volvió a desbordarse.

En vista del éxito que había significado el paro general del 18 de diciembre de 1916, y ante la falta de concreción de las promesas del presidente Romanones, así como la lentitud en la aprobación de la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 1917, que era necesaria para realizar obras públicas que generasen empleos, la CNT decidió en enero de 1917 continuar las huelgas. Solicitó a la UGT que apoyaran esta decisión de ir a una “huelga indefinida para un cambio de régimen político”. Inicialmente Pablo Iglesias se opuso, y también Francisco Largo Caballero, y se decidió discutir este asunto en marzo.

Mercado de Navidad en Madrid, diciembre de 1916. Puestos de venta de los tradicionales nacimientos o belenes.

La Navidad llegó, con la tradicional feria de atracciones, música y casetas de dulces y juguetes en Valencia, y la inauguración el día de Nochebuena del mercado de Colón en la zona del ensanche que en aquellos años pretendía ser la nueva expansión urbana de la ciudad. A principios de siglo, el primer premio ascendía a 600.000 pesetas, cantidad equivalente a 1,8 millones de euros. Teniendo en cuenta que en aquella época, una piso de 5 dormitorios en la calle Alcalá rondaba las 25.000 pesetas, se podían adquirir hasta 24 casas o 109 coches de lujo a 5.500 pesetas cada uno. Aquella nochevieja en España se tomaron las doce uvas como se hacía desde al menos 1882, pero se impuso como novedad tomar las doce uvas al ritmo de las doce campanadas, costumbre que hoy se mantiene.

Niños de San Ildefonso en el Sorteo de la lotería del Gordo en diciembre de 1916

El nuevo año de 1917 se inició en Alzira y en toda España, como era costumbre, con el llamamiento público a todos los jóvenes varones que ese año cumplirían los veintiún años (nacidos en 1896), para que se alistasen en el sorteo del reclutamiento para el servicio militar.

El lunes 8 de enero aumenta la inestabilidad política en Madrid. El presidente del gobierno, Romanones, anunció su dimisión y declaró la crisis del gobierno liberal, como una estrategia política para que el rey Alfonso XIII abriese un período de consultas y le nombrase de nuevo presidente con los apoyos revalidados. Estaba seguro de que el partido conservador rechazaría el gobierno en esa situación crítica, pues era como tener una patata caliente en las manos. Además, con esta amenaza de dimitir, pretendía acallar a los críticos de su propio partido Liberal, ya que si éstos temían que el gobierno pasara al partido conservador, preferirían rebajar sus críticas y apoyar de nuevo a su líder. El partido conservador estaba todavía desgastado tras haber vivido en 1916 escisiones internas y el resto de partidos -socialista, republicano, carlista- eran minoritarios en el conjunto nacional.

De ese modo el partido liberal se mantendría en el poder a pesar de que no había podido aprobar los presupuestos del nuevo año ni su programa electoral de obras públicas se había visto cumplido. Esto último afectaba a Alzira porque el puente de hierro, cuya construcción se había iniciado en 1911 y se había proyectado en cinco años, seguía lejos de poder terminarse en enero de 1917. La crisis de gobierno finalizó como Romanones había previsto, con el Rey Alfonso XIII renovándole en el cargo.

Trabajos de la recogida de naranjas en los huertos de Alzira, hacia 1920

A mediados de enero toda la población se hallaba ocupada en la cosecha de la naranja. El miércoles 17 de enero se celebró como era costumbre San Antonio Abad, con carreras de caballos montados a pelo, que salían al galope desde la Plaza de Emilio Castelar y subían los escalones de piedra de la calle Escuelas Pías hasta terminar unos metros más allá en la calle de Santa Rita. Esta maniobra arriesgada hoy ha desaparecido pero en aquella época constituía toda una fiesta popular. Además en esa fecha los contratistas de seguros renovaban los seguros de vida de las caballerías de Alzira. Debemos tener en cuenta que los caballos eran un recurso valiosísimo para los agricultores, pues a falta de las cosechadoras y tractores modernos, en aquella época un caballo era la inversión más importante que un labrador podía hacer en su vida. Era normal, como leemos en "Los Reyes Mudos", que se comprasen los caballos en las ferias de ganado y que se pagasen en tres plazos semestrales, con intereses que podían suponer hasta un tercio de sobrecoste.

Mercado callejero en Valencia hacia 1917

Dos días después, el viernes 19 de enero, los naranjeros de Alzira conocieron la noticia de que el consultado alemán no autorizaría en adelante la exportación de naranjas cuyas etiquetas de empapelado incluyesen imágenes de países aliados, o sus banderas, que se venían incluyendo tradicionalmente por motivos publicitarios. Con esta medida, aparentemente de poca importancia, Alemania estaba castigando a España por mantenerse neutral en la Primera Guerra Mundial y en lugar de apoyar a este país. Como veremos más tarde, solo unos días después Alemania tomaría una nueva decisión contraria a España que significaría un problema de mucho mayor calado.

Mujeres en un huerto de naranjas de Carcaixent (a 4 kilómetros de Alzira), hacia 1910.

El lunes 22 de enero, espontáneamente, las mujeres trabajadoras en los almacenes de la naranja de Alzira, se declararon en huelga. Exigían la reducción de la jornada a un máximo de ocho horas y el aumento del jornal diario en 25 céntimos de peseta (un real). Su jornal medio en aquel momento era de 2,25 pesetas. Esta cantidad, aun sumándola al jornal del marido, era insuficiente para mantener a una familia en condiciones satisfactorias y exigía vivir en el límite de la pobreza y la escasez. Como leemos en la novela "Los reyes mudos", ambientada en 1904 en L'Alcúdia, el personaje de Andrés, un albañil de Valencia, dice: "gano buen jornal: doce reales". Doce reales equivalen a 3 pesetas diarias. Podemos entender así que trece años después de la fecha de esta novela (y por tanto antes de la crisis de las subsistencias de 1916-1917), las mujeres obreras de Alzira ganaban bastante menos que los hombres y poco más que los niños.

Mujeres trabajadoras en los almacenes de naranja de Alzira hacia 1920

Entonces Alemania anunció a España que, a pesar de su neutralidad, como represalia a la negativa de la Entente a negociar una paz, cualquier buque que pretendiese comerciar con Inglaterra, Francia, Italia o Egipto sería hundido de forma inmediata por los submarinos alemanes a partir del 1 de febrero. Otro motivo es que este bloqueo era una represalia de Alemania contra la postura indirectamente aliadófila de Romanones. Esta noticia supuso un nuevo golpe para el gobierno de Romanones, que cada vez tenía más difícil, ahora sí, mantenerse en el poder. En Alzira cerraron los almacenes de la naranja y las serrerías mecánicas que confeccionaban cajas de madera para las naranjas. Esta decisión que pretendía evitar graves pérdidas económicas, condenó al desempleo a miles de hombres y mujeres que vivían al día con los jornales que ganaban. Ese año el desempleo alcanzó más de 8.000 hombres y mujeres, esto es, un 36,7 por ciento de la población total en esa fecha. A partir de este momento comienza en Alzira y la provincia de Valencia una peligrosa espiral de incertidumbre y crisis económica que fue el contexto perfecto para el estallido, en el verano, de la gran huelga revolucionaria y su represión, hechos que pasarían a la Historia como la "Crisis de 1917".

Evolución de las exportaciones de naranja valenciana entre 1880 y 1936. Se observa la significativa caída durante la Primera Guerra Mundial.

En ese contexto, el viernes 2 de febrero Estados Unidos advierte a Alemania de que si recibe otra provocación le declarará la guerra. Estados Unidos venía armándose desde el año anterior, cuando se produjeron incidentes diplomáticos entre ambos países, pero todavía se resistía a tomar parte en el conflicto europeo hasta ese momento. En el puerto de Valencia los barcos españoles dejaron de cargar naranja en sus bodegas y las compañías navieras comenzaron a suspender sus rutas de exportación.

Submarino alemán de la Primera Guerra Mundial

El 8 de febrero el gobierno hizo pública una nota dirigida a Austria y Alemania para exigir el cese del bloqueo submarino, pero no fue respondida ni tuvo ningún efecto. El transporte marítimo de mercancías y pasajeros quedó paralizado casi en su totalidad, y la actividad que persistió aumentó notablemente sus costes debido a los riesgos que asumía. La naranja y vino de Valencia y Castellón se acumulaba en los puertos, mientras que en España se produjo escasez de carbón para alumbrado y calefacción y de abonos químicos para la agricultura. Ello produjo una ralentización de la economía española.

Puerto de Valencia hacia 1920

El lunes 12 de febrero los concejales del Ayuntamiento acordaron donar de su propio bolsillo 450 pesetas cada uno para sostener el presupuesto municipal, debido a la alarmante situación, que multiplicado por los 22 concejales electos sumaba en total 10.000 pesetas. Para comprender la magnitud de este hecho debemos considerar que en nuestros días esta cantidad serían unos 7.600 euros (por persona) del año 2020. Así lo vemos en las actas de aquel día: "Como es de todos sabido [la baja recaudación] se debe al estado anormal por que atravesamos a la guerra europea causa de nuestra ruina. Con esta cantidad se hace llevadera la situación actual, insostenible sin este pequeño sacrificio".


La huelga se mantuvo durante la semana en un intento por las mujeres de presionar a los propietarios de los almacenes de que aceptasen su demanda. Cada día sin trabajo en plena campaña naranjera suponía grandes pérdidas para los almacenistas y exportadores. Algunos empresarios trajeron trabajadoras de pueblos vecinos, como Carcaixent y Algemesí (esquiroles) en un intento de debilitar la huelga, lo que despertó la ira de las mujeres alzireñas. Los hombres mostraron su solidaridad. El alcalde liberal Eduardo Bono Sifre, temiendo incidentes, telegrafió al gobernador civil de Valencia, quien envió a la Guardia Civil para reforzar la vigilancia en Alzira. Tras seis largos días, la noche del sábado 27 de enero, los propietarios alzireños accedieron a reducir la jornada a ocho horas y aumentar el jornal de las mujeres obreras, por lo que la huelga concluyó.

Mujeres trabajando en un almacén de naranjas en Alzira hacia 1910

El sábado 17 de febrero se celebró el Carnaval, festividad pagana que en España tenía verdadera importancia entonces, aún más que en la actualidad. Cada círculo, partido político o sociedad civil celebraba llamativos bailes de disfraces con orquestas que eran todo un acontecimiento social, con concursos de premios. Esta celebración decayó al llegar la Guerra Civil y ya no volvió a ser recuperada salvo en Cádiz y Santa Cruz de Tenerife, pero se perdió en el resto de España y particularmente en Alzira. En aquellas circunstancias la Sociedad de Trabajadores del Campo de Alzira solicitó al Ayuntamiento la suspensión del Carnaval, en solidaridad con las circunstancias económicas de miles de alzireños que, desesperados, comenzaban a pensar en la alternativa de emigrar al extranjero. Sin embargo las rutas marítimas habían quedado prácticamente cerradas precisamente por la amenaza de los submarinos alemanes. No tenemos constancia de que se celebrase el Carnaval aquel año en Alzira, pero sí en la ciudad de Valencia.

Celebración del Carnaval en Valencia, febrero de 1917

En aquellos días la única vía de exportación para la naranja que quedó abierta fue el envío de ferrocarriles a Cette (Francia), aunque era residual. Esta se convierte en la única vía de salida para la naranja. Sin embargo, la falta de previsión de la Compañía del Norte, que mandaba a Alzira vagones insuficientes, provocó un rápido descontento entre la población, que señalaba a esta empresa ferroviaria como la responsable de que no hubiese trabajo suficiente. Además se habían encarecido los costes de transporte (fletes) en diez veces desde el inicio de la guerra. Los propietarios que querían evitar que sus naranjas se pudriesen en los almacenes, resignados, debían aceptar estas condiciones y resistir en el negocio.

Hombres recogiendo naranjas en un huerto de Alzira hacia 1915

El domingo 18 de febrero tuvo lugar, como cada año en cada Ayuntamiento de España, el sorteo de quintos. Los mozos de veintiún años que estaban alistados participaron en un sorteo público por el cual se asignaba a cada uno un número. Más tarde, quienes obtenían los números más bajos y superaban el reconocimiento médico, serían destinados al servicio militar obligatorio de tres años en las posesiones españolas de Marruecos. Los que obtenían los números más altos en el sorteo podían cumplir el servicio militar en cuarteles de otras ciudades españolas en la Península, o incluso quedar exentos y recibir únicamente una formación teórica si superaban el cupo de reclutas que el ejército demandaba para ese año. En Alzira participaron 200 jóvenes en el sorteo de 1917.

En la noche del jueves 22 de febrero la Sociedad de Trabajadores del Campo celebró una concentración pública en defensa de su derecho al trabajo, pues los almacenes seguían cerrados y la campaña de la naranja (tradicionalmente en Alzira, de noviembre a marzo) se encontraría en su momento álgido de no ser por aquellas circunstancias. Se presionaba al Ayuntamiento para que obligase a la Compañía del Norte a aumentar los vagones de exportación a Francia. El propio Ayuntamiento, en su siguiente sesión celebrada el lunes 26 de febrero, acordó apoyar las conclusiones que los obreros habían establecido en su mitin. 


Cada día que transcurría era un día de trabajo perdido para los jornaleros y de ingresos perdidos para los propietarios. Teniendo en cuenta que los almacenes se habían cerrado la primera semana de febrero, en la tercera semana de este mes los efectos económicos eran innegables. Podemos tomar como referencia la obra "Los reyes mudos", novela publicada en 1904 y ambientada en L'Alcúdia (a solo 9 kilómetros al noroeste de Alzira) en donde leemos que tres semanas sin jornal eran sinónimo de la más terrible miseria. El viernes 2 de marzo los periódicos ya alertaban: "se prevén accidentes gravísimos. Las autoridades no pueden calmar a la gente". Al mismo tiempo, ante los ataques submarinos alemanes, los obreros españoles ven que el gobierno de Romanones insiste en la neutralidad bélica, mientras que Estados Unidos continuaba preparándose para declarar la guerra a Alemania.

Submarino alemán en el puerto de Santander en mayo de 1918, solo seis meses antes de la rendición de Alemania, realizando reparaciones de urgencia en territorio español.

El lunes 26 de febrero, al aumentar la inestabilidad política en España contra el Gobierno de Romanones, el presidente tomó la decisión de clausurar el Congreso de los Diputados y el Senado, decisión que fue apoyada por el partido conservador porque consideraron que era el mejor medio para sostener la neutralidad y evitar que los republicanos pudieran exigir en las Cortes el fin de la política de neutralidad.

Congreso de los Diputados, Madrid, en 1917

En marzo de 1917 el gremio de panaderos de Alzira tomó la decisión de elevar un 50 por ciento el precio del pan, que era como en la actualidad, considerado un alimento básico.

El domingo 11 de marzo se celebraron elecciones provinciales que dieron el poder al partido Liberal, en el conjunto de toda España. El partido Conservador se mantuvo con la mitad de escaños, el partido Republicano cayó en Madrid y Barcelona, y el Partido Socialista Obrero Español también perdió representación. En esta fecha el partido Republicano y el PSOE ya estaban preparando la huelga obrera de aquel verano y apenas habían prestado atención a las elecciones.

Pasadas las elecciones los alzireños constatan que las peticiones y telegramas al gobierno español sirven de muy poco y el descontento aumenta. El jueves 15 de marzo a las siete de la mañana las fábricas amanecieron cerradas. La unidad de los huelguistas fue total en Alzira. Toda la población se concentró en la Plaza de Emilio Castelar [hoy Plaza Mayor] para exigir a la Compañía del Norte, el envío de mayor número de vagones de mercancías a la estación del ferrocarril para poder exportar la naranja de Alzira. Reclamaron también al gobierno español que enviase ayuda a la población. Ese día permanecieron cerrados todos los comercios, cafés y negocios de Alzira con motivo de una huelga de veinticuatro horas.

Calendario del año 1917 en España

El día siguiente, viernes 16 de marzo, finalizó la huelga al llegar a Alzira cincuenta nuevos vagones de ferrocarril. En el Acta del Ayuntamiento del 17 de marzo podemos leer: "Se acuerda conste la satisfacción del Ayuntamiento por el comportamiento del pueblo de Alcira el día del paro, no dando lugar a sucesos desagradables".


Con todo era insuficiente, pues en tiempos de paz, otros años, era normal que saliesen de Alzira cien vagones diarios cargados de naranjas. Los periódicos alertaban de que se estaban produciendo hurtos en los huertos y que los ladrones solo robaban las hortalizas y verduras plantadas, lo que evidenciaba el hambre y desesperación que había en las familias más humildes. Varios propietarios comenzaron a talar los naranjos de sus huertos al ser conscientes de que no podían mantenerlos ni costear los riegos. Ese mismo día se conoce en España la sorprendente noticia de que el zar del Imperio Ruso, Nicolás II de Romanov, ha abdicado presionado por el descontento de su pueblo. 

Fotografía del Zar ruso Nicolás II publicada en la prensa española después de su abdicación forzosa

El colofón llegó el jueves 22 de marzo, cuando los sindicatos Unión General de Trabajadores (socialista) y CNT (anarquista) anunciaron una alianza histórica. Unían sus fuerzas para convocar públicamente una gran huelga obrera en todo el país que tendría lugar en verano, aunque la fecha no estaba aún decidida. El partido Republicano se sumó a esta iniciativa y quedaron al margen el partido Liberal, que estaba en el gobierno, y el partido Conservador, que estaba en la oposición como segunda fuerza política.

Al fin el PSOE, a través de la UGT, había aceptado recurrir a la huelga. Julián Besteiro y Francisco Largo Caballero asumieron la tarea de redactar un manifiesto contra el régimen tradicional de la restauración borbónica, atacando al gobierno de Romanones que se encontraba debilitado desde la crisis de enero de 1917 y se mantenía en un estado delicado. Francisco Largo Caballero matizó que se plantearía la huelga si estaba bien organizada, pues ese sería el único modo de triunfar, mientras que la CNT anunció que la huelga debía celebrarse en cualquier caso antes de junio y su propósito era “obligar a las clases dominantes a cambiar el sistema”. Tanto la UGT como la CNT declararon en ese momento su admiración por los revolucionarios rusos. Los republicanos federales y los republicanos reformistas (Melquíades Álvarez) se sumaron a los socialistas y los anarquistas en marzo. Quedó en el lado contrario el gobierno de Romanones, apoyado ante la huelga únicamente por el partido conservador. Romanones trató de evitar la huelga recordando que había sido él quien en julio de 1916 impuso a las empresas ferroviarias el decreto que las obligaba a reconocer a los sindicatos. Pero en vista del temor a la huelga, antes de finalizar el convulso mes de marzo de 1917, el presidente Romanones ordenó la suspensión de las garantías constitucionales el día 29. Así podían intervenirse a decisión del gobierno las comunicaciones por correo, telégrafo y teléfono, además de aplicarse censura en la prensa. Francisco Largo Caballero y Julián Besteiro, como autores del manifiesto socialista por la huelga, fueron detenidos. Las Casas del Pueblo que el PSOE tenía en toda España fueron cerradas y los periódicos republicanos, socialistas y anarquistas que habían manifestado apoyo al anuncio de la huelga fueron incautados durante varios días. En varias provincias se tuvo conocimiento de que los socialistas y anarquistas estaban organizándose para reunir armas e imprimir manifiestos a pesar de la suspensión de garantías constitucionales.

Semana Santa en el Cabañal, Valencia, en abril de 1917

En marzo la Cuaresma imponía numerosas restricciones religiosas como preparación para la Semana Santa. Además se celebraron las fallas en Valencia en los días 16 a 19 de marzo, como venía siendo tradición desde mediados del siglo XIX. También se inicio como cada año la temporada taurina. Durante estas fechas la Compañía del Norte establecía precios rebajados para que los habitantes de toda la provincia pudiesen viajar en tren a Valencia para disfrutar de estos espectáculos. Existe constancia de fiestas falleras en Alzira en las últimas décadas del siglo XIX, pero en el año 1917 no se tiene constancia de que hubiese celebraciones. Más aún si atendemos al penoso contexto social y económico de ese año.

El jueves 29 de marzo las noticias sobre la revolución rusa estaban encendiendo los ánimos de la opinión pública española y en especial los de las clases obreras y más humildes. Además los socialistas, anarquistas y republicanos se encontraban reunidos para preparar un Manifiesto para el llamamiento a todos los obreros a la huelga del verano. En esta tesitura el gobierno liberal de Romanones suspendió las garantías constitucionales. Por este motivo quedó implantada la censura en la prensa, impidiéndose informar de estos temas. Además se intervinieron las comunicaciones postales, telefónicas y telegráficas para evitar que las noticias de la huelga que se estaba planeando en Madrid se extendiesen al resto del país. Los periódicos socialistas y republicanos que se atrevieron a desafiar al gobierno publicando el Manifiesto fueron incautados temporalmente. A pesar de todo el gobierno de Romanones estaba en una fase de declive, perdiendo apoyos rápidamente y sufriendo tensiones internas que amenazaban con disgregar el partido Liberal en varias escisiones políticas.

Trabajos de la campaña de la naranja en Carcaixent, hacia 1915

El 6 de abril Estados Unidos finalmente declaró la guerra a Alemania, interviniendo en el conflicto bélico europeo con el envío de tropas y armas para abastecer a Francia y a Inglaterra. Vemos en la imagen un periódico estadounidense de esa fecha.

En España, en abril tuvo lugar la celebración de la Semana Santa para los católicos, que eran mayoría social. Como era costumbre, las mujeres amasaban las monas de Pascua en sus hogares y los llevaban después a los hornos de las panaderías para cocer estos dulces. Era costumbre también que las familias acomodadas y las clases medias acudiesen a los huertos de las afueras de la ciudad, así como a la Montañeta de San Salvador, para celebrar la merienda de Pascua. En la imagen, del 1 de abril de 1917, el Domingo de Ramos en Valencia.


Terminada la Semana Santa, el jueves 19 de abril el presidente liberal Romanones anunció su dimisión. Era la segunda vez en cuatro meses, y esta vez fue en serio, de forma irreversible. Su figura política se había desgastado demasiado y tras un intento de acercarse abiertamente a la postura de los aliados y criticar los torpedeamientos alemanes, los conservadores le acusaron duramente de romper la neutralidad española en el conflicto. El Rey Alfonso XIII llamó a consultas y el día siguiente nombró presidente del gobierno a García Prieto, que aunque pertenecía también al partido Liberal, se encontraba a la derecha de Romanones, era ferviente partidario de la neutralidad, y se había mostrado favorable a pactar con el partido Conservador. García Prieto representaba entonces a la izquierda constitucional más favorable a la neutralidad. La mayoría de neutralistas, siendo el mayor ejemplo el rey Alfonso XIII, defendían la idea de que España nada tenía que ganar si entraba en la guerra. Maura, por su parte, afirmó que no debía intervenirse “porque no se litiga ningún interés español en ese conflicto y no basta el miedo a un improbable aislamiento en el mundo de posguerra”. Este discurso pretendía apaciguar los ánimos exaltados, ya en ese año 1917, de los aliadófilos y los germanófilos. La primera medida que efectuó el gobierno de García Prieto, el 22 de abril de 1917, fue levantar la suspensión de garantías constitucionales en un intento por recuperar la normalidad democrática.

Lenin (1870-1924), líder bolchevique de la revolución rusa de 1917

Por su parte, los socialistas comenzaron a exigir en público que España entrase en guerra contra Alemania. Esta decisión rompió temporalmente la alianza con los anarquistas, pues la CNT afirmaba: "antes que la guerra, la revolución". La CNT era contraria a la guerra, no porque estuviese de acuerdo con la política neutralista del gobierno, sino porque era pacifista y antimilitarista en sus ideales políticos. La CNT defendía el postulado de Lenin: "se debe sustituir la guerra imperialista entre pueblos por la guerra entre clases oprimidas contra sus opresores". Finalmente esta tensión entre PSOE y CNT se resolvió sin más complicaciones y ambas fuerzas políticas siguieron adelante con la convocatoria de la huelga. La UGT y la CNT seguían en abril preparando la huelga revolucionaria, prevista para junio. La UGT, en su deseo de conseguir los máximos apoyos antes de concretar la huelga, trató de afianzar el apoyo de los republicanos, que eran abiertamente aliadófilos. La CNT, al ser partidaria de terminar la guerra mediante una revolución social, mantenía una postura pacifista que los enfrentaba en ese punto contra los republicanos. La CNT, al igual que los socialistas rusos abanderados por Lenin, argumentaba que la guerra europea era un crimen urdido por los burgueses (empresarios y políticos) para destruir a los proletarios. Estas discrepancias entre CNT y republicanos amenazó con destruir el plan de la huelga revolucionaria. 

El 10 de mayo de 1917 la CNT en Cataluña anunció su ruptura total con el Partido Radical de Alejandro Lerroux, debido a la posición aliadófila e intervencionista de los republicanos ante la guerra. Para ese momento, los republicanos identificaban la revolución rusa y la abdicación del zar con la idea de una república española y la hipotética abdicación de Alfonso XIII. Vinculaban al rey con Alemania y los germanófilos en un intento por dar por terminada la monarquía borbónica española. Esta fue la postura de Alejandro Lerroux. Ante esta postura de los republicanos, y temiendo los socialistas que los anarquistas rompiesen el pacto para ir a la huelga si apoyaban abiertamente a los republicanos, Francisco Largo Caballero adoptó la postura de dejar que cada militante socialista tuviese libertad de expresión para mantener su opinión particular sobre el pacifismo (anarquistas) o la aliadofilia (republicanos), rechazando que ello fuera un motivo relevante para continuar con la huelga obrera dispuesta para verano. Así, el partido socialista se mantuvo dentro de una relativa y prudente neutralidad, acercando ambas posturas.

Plaza de San Francisco y sus jardines (actual Plaza del Ayuntamiento) en Valencia, en 1917

Mayo inició con la celebración de la Fiesta del Trabajo y con las tradicionales primeras comuniones de niños y niñas. El jueves 10 de mayo, además, se inauguró la primera Feria Muestrario que se celebró en Valencia, en el vestíbulo de arquitectura modernista del edificio que la Compañía del Norte estaba construyendo para albergar la futura Estación del Norte. En ese momento la falta de carbón procedente de Inglaterra lleva al Ayuntamiento de Valencia y también al de Alzira y otros municipios a reducir las horas de alumbrado público, tanto de las farolas de luz eléctrica como de luz de gas. En el mes de mayo se producen diversos torpedeamientos de buques españoles y extranjeros en las costas españolas. A pesar de ello el nuevo gobierno del liberal García Prieto insistió en mantener la neutralidad.

Feria Muestrario de Valencia, en mayo de 1917, en el edificio de la Estación del Norte

La escalada de precios se acentuaba en la primavera. La Primera Guerra Mundial justificaba una inflación alarmante que se hacía sentir en España, donde además muchos exportadores de cereales trataban de aprovechar la coyuntura para acaparar productos y encarecer aún más los precios en el país para obtener un beneficio propio a costa de la sociedad. Por este motivo el lunes 14 de mayo el Ayuntamiento dictó un bando por el cual todos los comerciantes, incluyendo a los panaderos, no podían aumentar los precios sin comunicarlo primero con un día de antelación. El Ayuntamiento liberal trataba así de contener la escalada de precios, aunque no disponía de mejores medidas para ello. Vemos en esta fotografía el acuerdo del Ayuntamiento de aquel día tal y como se recogió en el acta de la sesión: "Queda prohibido el aumento del precio en cualquiera de ellos sin dar aviso con veinte y cuatro (sic) horas de anticipación a la Alcaldía".


A principios de junio de 1917 se celebró en Alzira la procesión religiosa del Corpus Christi, que como era costumbre, requería la presencia del alcalde y los concejales. Otro evento señalado en junio era el inicio de la plantación del arroz. Alzira disponía entonces de numerosos arrozales, pues este era por detrás del naranjo el segundo cultivo más importante. De hecho, en esta época llegaban a Alzira y otros pueblos de la Ribera del Júcar los emigrantes venidos de la comarca de La Marina, con la intención de ganar jornales en estas tareas agrícolas. Se los conocía popularmente con el nombre de blavets y la importancia de esta emigración rural se mantuvo vigente incluso hasta la segunda mitad del siglo XX. Vemos en esta fotografía un grupo (colla) de blavets en junio de 1920 plantando arroz.


En esta imagen, del 20 de junio de 2022, vemos el estado de una plantación de arroz en Cullera en esta época del año. Los tallos verdes asoman ya sobre el agua que cubre los campos durante semanas, para proteger su crecimiento. Durante el verano las plantas aumentan su altura y alfombran de verde toda la comarca.



El viernes 1 de junio los molinos de Alzira, cuyos propietarios eran socios del gremio Unión Arrocera, acordaron cerrar sus establecimientos argumentando que estaban perdiendo dinero. Se negaron a servir pedidos desde ese momento, provocando la indignación de la población, que comenzó a protestar contra ellos acusándolos de ladrones y acaparadores. El lunes 4 de junio el gobernador civil de Valencia, señor Cortinas, instó a todos los Ayuntamientos a controlar las cantidades de arroz que se comerciaban en los municipios. Se pretendía así racionar este producto de alimentación básica y evitar su escasez, que a su vez provocaba mayores subidas de precios. El martes 5 el Ayuntamiento se incautó de 87 toneladas de arroz, si bien esto era insuficiente porque la población de Alzira requería unas 150 toneladas (unos 20 gramos de arroz por persona y día, lo que aun así resultaba insuficiente, siendo la cantidad normal de 80 gramos). Según el acta del Ayuntamiento de 5 de junio, la cantidad faltante "únicamente puede obtenerse incautándose del arroz en cáscara que poseen los cosecheros, por lo que se acuerda la instrucción del expediente para incautarse de todo el arroz existente en este término municipal cualquiera que fuere su dueño", ello en virtud de la Ley de Subsistencias aprobada en noviembre de 1916.


Otro problema que se inició el viernes 1 de junio de 1917 fue la protesta militar de las Juntas de Defensa, un movimiento que desde Barcelona se extiende en pocas horas a toda España y pronto se evidencia como una grave amenaza para el gobierno del liberal García Prieto. Los militares demandaban mejoras laborales al gobierno. Durante meses los militares españoles habían tratado de organizarse en las llamadas juntas para formular peticiones al Ministerio de Guerra en cuanto a sus condiciones laborales, en especial, los méritos para los ascensos, que eran más exigentes en la Península que en Marruecos. Los jefes y oficiales junteros habían comenzado a reunirse en cafés, adquiriendo rápidamente el apoyo de cada vez más militares en todo el país, hasta que afirmaron que deseaban emanciparse del Ministerio de la Guerra para poder tomar ellos mismos las decisiones que les afectaban. La junta de Barcelona fue la más relevante, con el apoyo del resto de juntas españolas para que las representase. Ante la orden del Gobierno para que las juntas se disolviesen, los militares se negaron, por lo que varios de los dirigentes de la junta de Barcelona fueron detenidos el 30 de mayo. Como respuesta, el 1 de junio los junteros exigieron al gobierno que reconociese su organización y que liberase a los militares arrestados. El Gobierno trató de retrasar el reconocimiento de las juntas, pues suponían un desafío contra su autoridad.

Artículo del diario republicano El Pueblo, en junio de 1917, apoyando a los militares de las Juntas de Defensa en Barcelona.

Los políticos republicanos y nacionalistas apoyaron al movimiento juntero, pues lo entendían como un modo de rebeldía contra el gobierno y el sistema político de la restauración, bipartidista (entre el partido conservador y el partido liberal). Sin embargo, la mayoría de los militares rechazaban los postulados antimonárquicos de los republicanos, así como su insistencia en exigir que España interviniese en la guerra europea ayudando al bando de los aliados. También los socialistas mostraron su apoyo a los junteros, esperando al mismo tiempo que los junteros les apoyarían para garantizar el éxito de la huelga obrera que estaban preparando en ese momento.

Dimisión del presidente liberal García Prieto, tras la crisis de las Juntas de Defensa, en junio de 1917

El 11 de junio de 1917, ante la crisis de las juntas militares, el presidente liberal García Prieto dimitió, tras menos de dos meses en el poder. De inmediato el control del país pasó a manos de Eduardo Dato, líder del partido Conservador. Los rumores, cada vez más extendidos, de que la huelga revolucionaria obrera era inminente, llevaron al gobierno conservador a decretar la suspensión de las garantías constitucionales el 26 de junio, justificándose en que “no bastan los medios normales que las leyes otorgan para asegurar en estos instantes la tranquilidad pública haciendo frente a los manejos notorios de los que de mil modos intentan perturbarla”. Se volvió a aplicar la censura en la prensa, de modo que se impidió informar sobre: disciplina militar, actos militares, acuerdos del gobierno sobre asuntos militares, movimientos de tropas, movimientos de buques, exportaciones, huelgas, manifiestos obreros o sindicales, nombramientos o destituciones de cargos militares, operaciones bélicas de la guerra en Europa, la neutralidad española, entre otras cuestiones. La censura previa debían aplicarla los gobernadores civiles de cada provincia. Además se prohibieron las reuniones políticas y la propaganda aliadófila o germanófila.

En Alzira, como consecuencia de la dimisión del gobierno liberal en la capital de España, y al igual que ocurrió en todos los municipios del país, los alcaldes liberales fueron sustituidos por alcaldes del partido Conservador, según era el procedimiento legal en aquella época. Mediante Real Orden enviada desde Madrid, el sábado 23 de junio, día de San Juan, el alcalde liberal Eduardo Bono Sifre fue sustituido por el abogado conservador Luis Rosario Vilà, que ocuparía el cargo hasta enero de 1919. Fue destituido el Administrador de Consumos debido a la precaria recaudación de impuestos de ese año y a irregularidades en su gestión que fueron denunciadas por la oposición. Así quedó reflejado el cambio de gobierno local según el acta extraordinaria del 25 de junio.

Acta del Ayuntamiento de Alzira, 25 de junio de 1917
Acta del Ayuntamiento de Alzira, 25 de junio de 1917

Es de particular interés el testimonio histórico que ofrece la obra "Geografía Médica de Alcira", publicada en 1917 por el estudiante alzireño Enrique Badenes Gallach, En su página 146 podemos leer: "Hoy, por desgracia, se formulan acusaciones de suma gravedad contra el Alcalde y concejales. No se puede citar el nombre de un solo edil que haya sufrido pérdidas por haber descuidado sus asuntos particulares. En cambio podemos citar el de muchos, muchísimos, que han prosperado en el cargo y tal vez a ello se deba el estado de espantosa quiebra en que se halla el Ayuntamiento".

Geografía Médica de Alcira, página 146, 1917
Geografía Médica de Alcira, página 146, 1917

Geografía Médica de Alcira, página 147, 1917
Geografía Médica de Alcira, página 147, 1917

Pocos días después, en el pleno del lunes 2 de julio, el concejal del partido Conservador, Andrónico Cucó Serena, acusó al ex alcalde liberal Eduardo Bono Sifre de haber desempeñado una gestión "inmoral y ruinosa". Eduardo Bono Sifre, viéndose atacado, trató de agredirlo y la sesión se suspendió en medio de un gran escándalo. Aquel escándalo significaría la desaparición del partido Liberal en Alzira. Se rompió también de ese modo la alianza que durante más de treinta años habían sostenido los dos grandes partidos, Liberal y Conservador, en la alternancia pacífica del poder. Esta circunstancia benefició al partido Republicano en Alzira, que destacó como un partido ajeno a este conflicto y capaz de exigir orden a estos dos grandes partidos. Como dato curioso, aquella noche se produjo un eclipse lunar en los cielos de España.

El viernes 20 de julio se disparan los acontecimientos que provocaron la gran huelga de 1917. Los políticos republicanos y valencianos Félix Azzati y Marcelino Domingo avisaran al sindicato de ferroviarios de Valencia de que debía iniciarse la huelga revolucionaria. Sin embargo, el comité revolucionario y la Lliga en Cataluña, les pidieron el día 18 que retrasaran la huelga hasta el 23 de julio. Aunque avisaron de nuevo a los obreros para ello, el día 19 de julio al amanecer hubo actos de sabotaje promovidos por sindicalistas republicanos, ugetistas y cenetistas, en las vías férreas de Tarragona, Castellón, Valencia, Burgos y Zaragoza. El día 20 todos volvieron a la calma, salvo en Valencia, donde estos eventos coincidieron con una huelga de conductores de tranvías convocada desde el día 19. El día 20 en Valencia los huelguistas tranviarios continuaron su paro apoyados por los sindicalistas ferroviarios republicanos, socialistas y anarquistas, que impidieron la circulación de trenes y tranvías en la ciudad. Aunque los soldados de la unidad ferroviaria hicieron salir algunos trenes, varios huelguistas asaltaron la estación del norte, volcaron una locomotora e incendiaron las vías, mediando un tiroteo por parte de la Guardia Civil. El día 20 de julio la huelga se replicó entre los estibadores del puerto de Valencia y los tranvías que se pusieron en marcha fueron tiroteados desde los balcones.

Estación del Norte de Valencia en 1930
Estación del Norte de Valencia en 1930

El sábado 21 de julio de 1917 el gobernador civil de Valencia cedió el mando al capitán general de Valencia, Antonio Tovar, quien declaró el estado de guerra en Valencia. Se cerraron los centros republicanos y sindicalistas de la UGT y CNT. El 23 de julio se distribuyeron miles de pasquines y panfletos con discursos de Marcelino Domingo en las calles de numerosas ciudades españolas, sin que nadie fuera de Valencia se sumase a la insurrección.

El lunes 23 de julio, día de Sant Bernat, tuvo lugar en Alzira la fiesta y feria en honor al patrón del municipio, como también hoy es tradición. En aquella época además de las celebraciones religiosas era muy importante la celebración de la feria comercial y de ganado. Si bien para los grandes propietarios era costumbre adquirir las herramientas agrícolas en los almacenes de Valencia, la gran masa de labradores alzireños esperaban durante todo el año a la celebración de la feria. En esta fecha llegaban vendedores de toda la provincia y se podía comprar todo tipo de utensilios que las familias trabajadoras necesitaban. Además se celebraban conciertos de música con pasodobles a cargo de las bandas de músicos aficionados que en esa época existían: El Pentagrama y La Sucro. Había también dulzainas y tabalets en las calles y música festiva. Ambas rivalizaban entre sí. Se disparaban tracas, se celebraban corridas de toros o de bueyes en un recinto de madera improvisado durante algunos días en la Plaza de Emilio Castelar, y los balcones de las casas se decoraban con carteles y banderas. Se celebraban rifas populares donde se sorteaban, por ejemplo, patos o cerdos.

Plaza de Castelar (actual Plaza Mayor) de Alzira hacia 1915, durante días de fiestas. Al fondo, campanario, reloj e iglesia de San Agustín, en la esquina con la calle Escuelas Pías.
Plaza de Castelar (actual Plaza Mayor) de Alzira hacia 1915, durante días de fiestas. Al fondo, campanario, reloj e iglesia de San Agustín, en la esquina con la calle Escuelas Pías.

El 25 de julio, viéndose que la huelga no se extendía al resto de España, y que sus protestas eran reprimidas por la guardia civil y militares de Valencia, los obreros valencianos desistieron, tras cuatro fallecidos y más de cincuenta heridos. En ese momento la Compañía Ferroviaria del Norte despidió a todos los ferroviarios que el día 20 no se presentaron a trabajar en Valencia, ya que según argumentaron, no se había cumplido la Ley de Huelgas para convocar el paro, por lo que se trataba de un abandono del puesto de trabajo, sancionado con el despido. El capitán Tovar medió para que se readmitiese a los empleados, y aunque algunos fueron readmitidos perdiendo su antigüedad reconocida, la Compañía insistió en mantener fuera a 32 obreros que estaban vinculados al sindicalismo. Muchos de ellos, por los actos de sabotaje y resistencia, se encontraban en ese momento prisión.

Así lo recogió el pleno del Ayuntamiento de Alzira en el acta del 6 de agosto: "teniendo en cuenta el desbarajuste producido por la situación anterior en el último mes, que solo se recaudan 6.000 pesetas y la huelga ferroviaria que ha paralizado durante ocho días el tráfico". A pesar de la pésima situación de las finanzas municipales, según se desprende de este acta los concejales del partido liberal (Andrónico Cucó Serena) quitaron peso a la influencia del paro ferroviario de julio en cuanto a la recaudación municipal de ese mes.


En paralelo encontramos en esta fuente histórica un ejemplo de la precaria situación económica que también afectaba a todos los sectores de la población. El impuesto sobre carros y carruajes sufrió una merma tan considerable que el 23 de julio de 1917 llegó al pleno del Ayuntamiento la petición del vecino encargado de su recaudación para que le eximiesen de esa tarea, pues estaba perdiendo dinero. Solicitaba la rescisión del contrato "basándose en la crisis porque atraviesa la ciudad como consecuencia de la guerra que hace imposible la recaudación".


La CNT había apoyado la huelga pensando que, en una coyuntura de crisis, podía ser el ariete de un impulso revolucionario, pero la actuación de la UGT durante su desarrollo evidenció para buena parte de los libertarios que la dirección ugetista, aunque interesada en la presión social para conseguir sus objetivos, no rebasaría nunca los límites parlamentarios que encauzaban a los trabajadores por senderos aceptables para la burguesía.

El 30 de julio de 1917, ante las protestas de los directores de periódicos españoles contra la censura en la prensa, se consiguió que la censura previa, aplicada desde el 26 de junio por los gobernadores civiles de cada provincia, fuese aplicada por ellos mismos. A su vez el Gobierno emitió una circular a todos los gobernadores de provincia para instarles a que extremasen la vigilancia contra el reparto de hojas clandestinas que formulasen ataques contra la disciplina militar (juntas de defensa) o promoviesen revueltas obreras (sindicatos anarquistas y socialistas). Por lo demás, las garantías constitucionales (secreto de las comunicaciones postales, telegráficas y telefónicas, detenciones…) continuaron suspendidas. La censura propia de los periódicos se sustituyó el 7 de agosto, de nuevo, por la censura gubernativa, en vista de que no bastaba para evitar los rumores de la huelga revolucionaria. Cada noche debían enviarse al Ministerio de la Gobernación los borradores (galeradas) de los originales que iban a publicarse en todos los periódicos al día siguiente, para que los censores eliminasen aquellos asuntos o expresiones que contrariasen al Gobierno de Dato. Los periódicos que se negaron a ello (España, La Lucha, El Socialista) fueron suspendidos hasta mediados de octubre de 1917.

El Sindicato Norte, que estaba enemistado con la Compañía al negarse esta durante 1916 a reconocerlo como entidad sindical, exigió la readmisión de todos sin excepción, y amenazó con promover una nueva huelga el 10 de agosto si no se cumplían sus exigencias. Tras intensas negociaciones en las que medió el gobierno de Dato, la Compañía Norte continuaba negándose a la readmisión de los trabajadores el 8 de agosto, argumentando su facultad disciplinaria, mientras que no solo el Sindicato Norte, sino UGT, exigían al Gobierno que presionase a la empresa para readmitir a los huelguistas.

El PSOE estaba convencido de que era el momento de celebrar la huelga revolucionaria, coincidiendo con la huelga ferroviaria convocada en Valencia el 10 de agosto, para extenderla a toda España y dotarla de un carácter político y revolucionario, contando además con que los militares apoyarían la huelga. Paralelamente, también los metalúrgicos vascos habían convocado una huelga el día 10 de agosto, en apoyo a los ferroviarios. Tras discusiones organizativas, finalmente se aplazó la huelga revolucionaria al 13 de agosto, abanderada por un comité compuesto por Julián Besteiro y Francisco Largo Caballero, entre otros. El gobierno de Dato inició el día 8 los preparativos para evitar la huelga, enviando instrucciones a los gobernadores civiles para que extremasen la vigilancia. En Valencia seguía declarado aún el estado de guerra. Se movilizó a la Guardia Civil para que vigilase las infraestructuras ferroviarias. El Gobierno, sin embargo, no confiaba plenamente en el ejército, pues un sector de los junteros se mostraba favorable a la huelga.

Desde la medianoche del 10 al 11, hasta el 13 de agosto hubo incidentes en varias estaciones de ferrocarril, con retrasos de trenes y reparto de panfletos llamando a la huelga revolucionaria del 13 y que era el momento de celebrar la huelga general acordada en marzo entre UGT y CNT, acusando al Gobierno de haberse negado a colaborar en la readmisión de los trabajadores despedidos por la Compañía Norte. Se llamaba a los soldados a sumarse al pueblo y se pedía el paro general en todos los sectores sociales y económicos, contra el gobierno y la monarquía constitucional, en favor de la república, con vivas al ejército en la creencia de que ésta apoyaría el movimiento de protesta.

Detención de un obrero huelguista en la Puerta del Sol, Madrid, en agosto de 1917 por guardias urbanos que visten uniforme de verano

En las actas del Ayuntamiento de Alzira de 13 de agosto de 1917 podemos leer la evidencia de que en aquellos días convulsos hubo tropas del ejército acuarteladas en la estación del ferrocarril. Así, al entonces secretario municipal y abogado Hilario Bezzina Colomer, el Ayuntamiento le pagó 53 pesetas por "leña, sacos y paja para la tropa destacada en la estación de ferrocarril de esta ciudad".


El 13 de agosto se inició el paro en todo el país, con conflictos en los centros industriales entre los sindicalistas que querían impedir la actividad laboral y la policía, que quería mantenerla. A mediodía el gobierno de Dato decretó el estado de guerra, como ya había ocurrido en la provincia de Valencia el 21 de julio.

Guardias urbanos de Valencia controlando a los huelguistas en la calle de la Paz. Al fondo se ve el café El Siglo y el Casino de Agricultura.

Nada de esto fue suficiente para impedir la huelga. El 13 de agosto de 1917 estalló la huelga revolucionaria. El gobierno tuvo que declarar el estado de guerra. Los gobernadores civiles entregaron el mando al ejército, que pasó también a ocuparse de la censura a la prensa. Numerosos periodistas de la prensa de izquierdas fueron detenidos. En contra de las previsiones, los junteros se abstuvieron de apoyar a los huelguistas, o incluso en último momento ayudaron al gobierno a reprimir los desórdenes.

Militares acuartelados en la Lonja de Valencia, agosto de 1917

El día 14 de agosto el gobierno suspendió las comunicaciones telegráficas y telefónicas para evitar que los huelguistas pudieran organizarse. Se militarizaron los servicios públicos (ferroviarios, eléctricos, agua y abastos). En las calles de España se produjeron enfrentamientos con armas de fuego, sabotajes, corte de carreteras y vías de ferrocarril. El comité de huelga (Francisco Largo Caballero y Julián Besteiro entre ellos) fue detenido y encarcelado en prisiones militares en Madrid. Su detención provocó la descoordinación de la huelga aquél día, y el día siguiente en Barcelona, tras intensos tiroteos entre la guardia civil y los anarquistas. Lerroux huyó a Francia el 20 de agosto. Ese día todo había terminado. El día anterior, 19 de agosto, los sindicalistas de UGT en Madrid ordenaron la vuelta al trabajo. En el resto de España ya los días 15 y 16 se había ido dando por finalizada la huelga. La Compañía Norte despidió en toda España a más de 1.300 empleados, rebajando a otros tantos el sueldo por el abandono de sus puestos de trabajo durante la huelga. El Sindicato Norte quedó prácticamente destrozado con la pérdida de cientos de sus afiliados. Los sindicatos UGT y CNT sufrieron numerosas bajas en sus afiliaciones, además de la desarticulación de sus direcciones. Ambos sindicatos quedaron muy debilitados. La UGT se dividió entre quienes hicieron seria autocrítica, como Indalecio Prieto, y quienes como Francisco Largo Caballero, la consideraron un éxito, aunque ya no volvieron a promover huelgas generales hasta 1934. La CNT acusó del fracaso de la huelga a los “partidos burgueses”, señalando a los republicanos y culpándolos a ellos de haber dado la espalda a la UGT, y a la UGT de haber buscado su apoyo.

Declaración del estado de guerra en España, agosto de 1917

Otoño de 1917

Septiembre era un mes crítico en Alzira por la gran importancia que tenía la cosecha del arroz. De nuevo regresaban desde La Marina los cientos de blavets que venían a trabajar en los arrozales. La cosecha era una operación delicada que debía hacerse en muy pocos días para evitar las tormentas torrenciales típicas de esta fecha. Además había un gran volumen de trabajo, ya que la siega del arroz se realizaba manualmente sin la ayuda de las máquinas cosechadoras que hoy existen. Las familias acomodadas tenían la costumbre en septiembre de marcharse a los balnearios, pues se iniciaba entonces la temporada de baños y podía aprovecharse todavía el buen tiempo. Igualmente tenían lugar en numerosos pueblos vecinos, como L'Alcúdia, Carlet, Algemesí o Guadassuar las fiestas de septiembre.

Diario republicano El Pueblo, 30 de septiembre de 1917

El 5 de octubre de 1917 finalizó el estado de guerra en España, con el levantamiento de la censura a la prensa. El diario El Pueblo, el 30 de septiembre, todavía publicaba sus páginas con un aviso que rezaba, en letras mayúsculas: “Este número ha sido revisado por la censura militar”. La plena normalidad constitucional se estableció el 19 de octubre.

La censura a la prensa evita la mayor parte de las informaciones sobre la revolución rusa en España. Además, los periódicos socialistas El Sol y El Socialista pasan por alto la cuestión al constatar que mientras que los socialistas españoles se decantaban por su apoyo a los aliados, los socialistas rusos impulsores de la revolución eran partidarios de la paz. El 9 de noviembre se conoce en España la dimisión del presidente ruso Kerensky, y el día 11 de noviembre, el asalto de la población al Palacio de Invierno, que tuvo lugar el día 7. 

Asalto del pueblo ruso al Palacio de Invierno, el 7 de noviembre de 1917, que forzó la caída del gobierno provisional de Kerensky y el acceso definitivo de los bolcheviques al poder

La revolución de octubre se conoce en España el día 27 de noviembre a través de las páginas de El Socialista, en la que los propios socialistas españoles quitan hierro al triunfo de los bolcheviques rusos abanderados por Lenin. Vemos en esta imagen de noviembre de 1917 a Pablo Iglesias dando un mitin político socialista en Madrid, tal vez tratando la cuestión de la revolución rusa:


A llegada del otoño, el precio del carbón se había encarecido hasta hacerse prohibitivo para gran parte de la población, además del desabastecimiento existente por la falta de suministros. El gobierno de Dato aprobó con Reino Unido un convenio comercial por el que se garantizaban las exportaciones de frutas -naranja y uva- y las importaciones de carbón inglés. Pero a finales de octubre, debilitado por las continuas presiones de los junteros de Barcelona, el gobierno conservador de Dato dimitió.

En Alzira la situación era muy delicada. Así la describe el estudiante alzireño Enrique Badenes Gallach en su ensayo manuscrito "Geografía Médica de Alcira", publicada en 1917:

"Geografía Médica de Alcira", página 157, 1917
"Geografía Médica de Alcira", página 157, 1917



En el mes de octubre, al quedar los arrozales de toda la provincia cosechados y vacíos, y por el efecto de las primeras lluvias del otoño, estas tierras quedaban inundadas y empantanadas. Como también entonces abundaban las aves migratorias que se preparaban para marcharse al sur en busca de climas más cálidos, se abría la temporada de la caza. Esta ocupación era muy popular entonces y se organizaban concursos de caza los domingos, sobre todo en las tierras de la Albufera y las huertas de Valencia. La temporada de caza en Alzira tenía muchos adeptos. Era común, en la Montañeta del Salvador, la celebración los domingos por la tarde de concursos de tiro de pichón o de palomo. En esta época también cientos de agricultores arroceros quemaban la paja sobrante de la cosecha del arroz, por lo que el humo invadía los campos y los pueblos, y llegaba también a la ciudad de Valencia.








El sábado 6 de octubre se comunica en Alzira la detección de varios casos de fiebres tifoideas, algo que no era infrecuente en aquella época. Los médicos de la ciudad señalaban como causante al brazo muerto del río Júcar, que durante todo el verano y los meses siguientes se encontraba seco o con sus aguas estancadas, recibiendo allí todo tipo de desechos.

Maderero o ganchero de Cuenca en el río Júcar hacia 1956

Un acontecimiento propio de noviembre era la llegada a Alzira de los madereros. Eran humildes trabajadores encargados de portear desde la serranía de Cuenca los troncos de los árboles recién talados en los bosques, con destino a las serrerías de Valencia y Alzira. Realizaban esta labor transportando los troncos sobre las aguas del río Júcar. Eran conocidos con el nombre de gancheros o madereros. Esta actividad ya fue citada por el geógrafo musulmán Al-Idrisi en el siglo XII, que menciona el transporte de maderas por el río Júcar hasta Alzira. Los gancheros de Cuenca iniciaban esta tarea en la primavera y debían apresurarse para llegar a Alzira antes de Todos los Santos, pues a partir de esa fecha el tiempo empeoraba y las lluvias hacían muy penoso y arriesgado el trabajo. El fin de esta costumbre llegó a mediados del siglo XX, por las mejoras de las carreteras y la generalización del camión. En 1917 estas maderas llegaban hasta Alzira, donde eran recogidas en la ribera del Júcar. Se dejaban secar en una zona denominada el Arenal y después eran cargadas en carros de bueyes con destino a las numerosas serrerías de Valencia. Parte de esta madera se quedaba en Alzira, donde era convertida en las serrerías mecánicas en cajas de madera para el transporte de la naranja en ferrocarril.

Día de Todos los Santos en Madrid, 1922

Persistía en noviembre el grave problema económico en Alzira y por eso el martes 20 todas las asociaciones obreras y agrícolas de la ciudad acordaron reiterar al gobierno y a la Compañía del Norte las peticiones para el envío de vagones de mercancías. El domingo 25 de noviembre toda la población de Alzira se manifestó en la plaza Castelar para ratificar estas peticiones, repitiendo estas palabras: "Justicia, pan y trabajo". Los manifestantes, que eran unas 17.000 personas, casi la totalidad de la población, se dirigieron al Ayuntamiento para exigir al alcalde que hiciese llegar su petición al gobernador civil de Valencia. De poco sirvieron estas peticiones. Los almacenes continuaron cerrados al terminar noviembre.

Almacén de naranjas de los hermanos Peris, hoy conocido como "La Cotonera", Alzira, en 1912

El domingo 11 de noviembre tuvieron lugar las elecciones municipales en Alzira, que significaron la desaparición del partido Liberal al no conseguir ningún concejal. Fue vencedor el partido conservador, con mayor número de concejales, y que llevaba entonces casi cinco meses en el Ayuntamiento. El 3 de noviembre de 1917 asumió de nuevo el poder García Prieto, ya consolidado como jefe del partido Liberal, que tuvo que enfrentarse al problema de las campañas obreras y republicanas en favor de la amnistía de los presos encarcelados durante las huelgas de agosto. Su gobierno se mantendría inestable hasta marzo de 1918, solo cuatro meses.

Sin embargo el resultado electoral en el conjunto de España fue distinto. Las izquierdas concurrieron en una alianza de republicanos (Melquíadez Álvarez y Alejandro Lerroux) y socialistas (Pablo Iglesias). Su pretensión en esas elecciones era defender la amnistía para los obreros detenidos durante la huelga de agosto. En Valencia y en otras grandes capitales vencieron los liberales de la izquierda constitucional y monárquica, con escasa diferencia de la alianza de izquierdas obrera formada por republicanos y socialistas. En cambio el partido conservador se hundió, con la excepción destacada de Madrid. En general la alianza de republicanos y socialistas obtuvo buenos resultados, lo que reanimó su campaña por la amnistía de los huelguistas encarcelados y por la readmisión de los trabajadores despedidos durante la huelga. Rechazaban un indulto, pues ello implicaba aceptar una culpabilidad que no asumían, y exigían la amnistía directamente.

Fachada del Ayuntamiento de Alzira (en 1974)

Precisamente es en este momento, 11 de noviembre, cuando se conoce en España la denominada revolución de octubre, es decir, los acontecimientos revolucionarios que el 7 de noviembre provocaron la dimisión del gobierno de Kerensky y que los bolcheviques leninistas tomaran las instituciones de toda Rusia, animando además a todos los socialistas europeos a replicar el conflicto civil para “terminar con el sistema capitalista responsable de la guerra”. Mientras que los anarquistas aplaudieron estos hechos dada su postura pacifista, los socialistas españoles, aliadófilos, criticaron a los socialistas rusos por considerar que su deseo de abandonar la guerra únicamente beneficiaba a Alemania. Pese a todo, en diciembre, Rusia comenzó las negociaciones de paz con Alemania, hasta materializarla en los acuerdos de paz de 1918 en Brest-Litovks. Los cenetistas españoles estaban convencidos de que Rusia traería la libertad y felicidad plenas mediante un nuevo sistema puramente anarquista, sin convenciones sociales de clase, y que la violencia de la revolución rusa era inevitable y necesaria para conseguir la dictadura del proletariado, como medio para implantar una plena libertad económica y política, sin sometimiento a normas ni regímenes de ninguna clase. Solo más tarde, en 1919 cuando se comprobó que los bolcheviques rusos concentraban en ellos mismos todos los poderes del Estado ruso, matizaron estas declaraciones distanciándose en algunos puntos.

El martes 4 de diciembre de nuevo se manifestaron los alzireños ante el Ayuntamiento con el siguiente lema: "Tenemos hambre". Aun así, el domingo 16 de diciembre se inauguró en Alzira el puente de hierro que se había iniciado en 1911 y que durante décadas había sido una aspiración continua de toda la población.

Puente de Hierro de Alzira, decorado con banderas españolas para el día de su inauguración en diciembre de 1917

Fuentes:

Ensayo del profesor de Historia en la Universidad Juan Carlos I de Madrid, Roberto Villa García, "1917, el estado catalán y el soviet español", publicado por la Editorial Planeta en 2021. ISBN 978-84-670-6181-9.

La España de Alfonso XIII. El Estado. La política. Los movimientos sociales. Ensayo del historiador Carlos Seco Serrano, publicado por la editorial Espasa, Madrid, 2002.

Guía comercial del año 1914, (edición para España) publicada por Federico Batllés, director del Instituto Mercantil de Madrid con el título "Anuario Batllés del comercio, industria, profesiones de la Región Valenciana".

Artículo titulado "Alzira entorn 1917" [Alzira alrededor de 1917], escrito por el historiador alzireño Aureliano Lairón, con motivo de la reedición en 2017 de "La topografia mèdica d’Alzira de 1917", obra monográfica del alzireño Enrique Badenes Gallach, publicada en 1917 y conservada en la Real Academia de Medicina de Madrid. La reedición de 2017 fue realizada por Aureliano Lairón y Carmel Ferragud, publicada por la Institución Alfons el Magnànim-Centre Valencià d’Estudis i d’Investigació (el Magnànim), entidad cultural de la Diputación de Valencia. ISBN: 978-84-7822-745-7.

Alba Pagán, Ester; Lairón Pla, Aureliano J. (2020). Història d'Alzira. Des de la Prehistòria fis a l'actualitat (Volumen 1). Universitat de València. ISBN 978-84-9133-291-6.

Alba Pagán, Ester; Lairón Pla, Aureliano J. (2020). Història d'Alzira. Geografía física y humana, arte y patrimonio cultural (Volumen 2). Universitat de València. ISBN 978-84-9133-291-6.

Manuscrito (mecanografiado) titulado "Geografia Médica de Alcira", del autor Enrique Badenes Gallach (Cuenca, 1890 - València, 1946). Esta obra puede consultarse en los archivos de la Biblioteca y Archivo de la Real Academia Nacional de Medicina de España. Disponible en: http://bibliotecavirtual.ranm.es/ranm/es/consulta/registro.cmd?id=93 (consultado en abril de 2021). La obra fue reeditada en 2017 por Aureliano Lairón y Carmel Ferragud, publicada por la Institución Alfons el Magnànim-Centre Valencià d’Estudis i d’Investigació (el Magnànim), entidad cultural de la Diputación de Valencia. ISBN: 978-84-7822-745-7.