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Fronteras europeas en 1914. En amarillo los países neutrales (España). En rojo las Potencias Centrales (Austria-Hungría y Alemania. Posteriormente Turquía y Grecia). En verde la Entente o aliados (Francia, Reino Unido y Rusia. Posteriormente Italia y Estados Unidos). |
Alzira, Valencia y España durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918):
El 28 de junio de 1914 un nacionalista serbio disparó mortalmente contra el heredero del Imperio Austrohúngaro, Francisco Fernando de Austria, y su esposa, durante un desfile público en las calles de Sarajevo, ciudad de la provincia de Bosnia-Herzegovina, que años antes había sido anexionada por el gran Imperio Austro-Húngaro. Lo que aparentaba ser un enfrentamiento local entre austríacos e independentistas bosnios provocó una reacción encadenada de casi todos los países europeos, quienes en los días siguientes se aliaron o se declararon la guerra mutuamente. Se iniciaba la Primera Guerra Mundial (1914-1918), conocida en aquellos días en España como "la Guerra de Europa" y posteriormente, como "la Gran Guerra". Las balas disparadas aquel día de verano a más de 2.600 kilómetros de Madrid tendrían repercusiones globales, también en España.
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Atentado en Sarajevo contra Francisco Fernando y su esposa, el 28 de junio de 1914. |
España era en ese momento un país que había vivido dentro de una estabilidad política desde 1874, tras -el fracaso de los gobiernos republicanos del Sexenio Democrático (1868-1874). La Constitución monárquica de 1876 había sentado las bases del nuevo periodo, estableciendo la confesión católica del Estado español y la limitación de los poderes del Rey por un sistema parlamentario que se dividía en dos cámaras: el Congreso de los Diputados y el Senado. Estas dos instituciones -salvando los cambios históricos, se han recuperado en la España actual-. Este periodo histórico es la Restauración Borbónica (ampliamente, 1874-1931), si bien podemos dividirlo en los siguientes subperiodos: Restauración propiamente (1874-1917), Crisis de la Restauración (1917-1921), Dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930) y finalmente el inicio de la Segunda República Española (1931-1936). Es a partir de 1917, en plena Primera Guerra Mundial europea, cuando este sistema inicia un rápido declive que pone fin a la paz en España e inicia las turbulencias que desembocarían diecinueve años más tarde, en el estallido de la Guerra Civil Española el 18 de julio de 1936.
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Bandera española durante el periodo de la Restauración borbónica (1874-1931) |
Durante cuarenta años la borbónica y los dos grandes partidos políticos monárquicos se habían reforzado mutuamente mediante un sistema de elecciones que si bien permitían el voto de todos los hombres mayores de edad (desde los 25 años) con independencia de su nivel económico (sufragio universal masculino), era más bien una representación ficticia de una verdadera democracia. Un poderoso sistema de influencias caciquiles en todo el país aseguraba la alternancia pacífica en el poder entre la izquierda monárquica (partido Liberal) y la derecha monárquica (partido Conservador). En el siguiente gráfico se aprecia con claridad la sucesión de victorias alternadas entre el partido Liberal y el partido Conservador, con nulas variaciones durante cuatro décadas. El gráfico muestra el número de diputados elegidos para el Congreso entre 1869 y 1923. Vemos que el periodo de la Restauración (1874-1923), no obstante, cada año va disminuyendo la diferencia entre ambos partidos. Según nos acercamos al periodo final, la Crisis de la Restauración (1917-1923), la fórmula del bipartidismo se iba agotando. El partido Conservador, pero sobre todo el partido Liberal, se iba fragmentando en diversas divisiones que debilitaban su fuerza política, ello en beneficio de republicanos, partidos regionalistas o independentistas, y en menor medida, carlistas o tradicionalistas.
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Elecciones al Congreso de Diputados 1869 - 1923
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Con todos sus defectos, este periodo histórico fue un periodo de relativa estabilidad y paz en España. Nuestro país conservó hasta 1898 las colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, y siguió conservando hasta mucho más tarde territorios en África. Concretamente en Marruecos (entre ellos Ceuta y Melilla, que aún hoy conserva), y Guinea Ecuatorial. Se habían desarrollado operaciones militares en Marruecos, como la Guerra de Melilla (1909) y la Guerra del Rif, (en distintos momentos entre 1911 y 1927).
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Guerra de Melilla, en octubre de 1909, que motivó la Semana Trágica de Barcelona en agosto del mismo año |
Era rey en España Alfonso XIII de Borbón (1886-1941, rey de España desde 1902, tenía 28 años cuando comenzó el conflicto bélico europeo). Los poderes del rey quedaban muy limitados por las Cortes bicamerales (Congreso de los Diputados y Senado), con quien compartía el poder legislativo. En la práctica el ejercicio normal de las funciones del rey estaba transferido a los ministros del Gobierno, quienes debían refrendar todos sus actos. El Rey, por encima de los partidos políticos, tenía la facultad de convocar elecciones y nombrar o destituir al presidente del Gobierno como consecuencia del resultado electoral. Esta monarquía constitucional era el fundamento de la Restauración borbónica.
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El Rey Alfonso XIII de Borbón hacia 1917. |
Durante la Gran Guerra, como se llamó entonces a la Primera Guerra Mundial, España se dividía políticamente en un conglomerado de partidos políticos que se mantenían o se disolvían según el carisma y popularidad de sus líderes individuales. Destacaban ante todo dos grandes grupos antagonistas. De un lado, los partidos constitucionalistas y monárquicos, cada vez más fragmentados entre sí por disputas internas, y de otro lado, los nuevos partidos de la izquierda obrera -socialistas y republicanos- que si bien tenían discrepancias entre sí, tenían un rápido crecimiento entre las masas de trabajadores en las grandes ciudades y núcleos urbanos: Madrid, Barcelona, Valencia y País Vasco.
En el sector constitucional, como decimos, los dos grandes partidos monárquicos que habían gobernado alternándose entre sí durante cuarenta años. Defendían la Constitución vigente de 1876 y la monarquía del rey Alfonso XIII. Eran el partido Liberal (izquierda moderada o monárquica) del Conde de Romanones (1863-1950) y partido Conservador (derecha moderada o monárquica) de Eduardo Dato (1856-1921).
En estas fotografías, ambas de 1917, vemos al Conde de Romanones con Alfonso XIII (primera), y a Eduardo Dato con el rey (segunda).
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Conde de Romanones, del partido Liberal (izquierda monárquica) y el rey Alfonso XIII hacia 1917 |
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Eduardo Dato, del partido Conservador (derecha monárquica) y el rey Alfonso XIII hacia 1917 |
Por otro lado quedaban los partidos de izquierdas contrarios al sistema constitucional, que si bien eran minoritarios y nunca habían gobernado en España, cada año se hacían más fuertes según aumentaban sus apoyos entre las masas obreras, por lo que constituían una amenaza en ciernes contra los partidos Liberal y Conservador. Tenemos aquí al partido Socialista Obrero Español, fundado en 1879 por Pablo Iglesias (1850-1925) contaba con plena presencia en el movimiento obrero a través de su sindicato Unión General de Trabajadores (UGT, sindicato fundado en 1888). El PSOE, por su ideología antimilitarista y pacifista, evitó en un principio tomar partido como aliadófilo. Pero debido a su clara postura antigermanista, pronto fue evidente que el socialismo español apoyaba la causa de los aliados, aunque ello supusiera una contradicción de sus principios, hasta el punto de que los propios socialistas vieron como una forma de traición a la democracia las posturas neutralistas. Se dio así la circunstancia de que mientras la izquierda constitucionalista del Partido Liberal defendía oficialmente la neutralidad, el Partido Socialista propugnaba el intervencionismo al lado de Francia e Inglaterra.
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Pablo Iglesias en un mitin socialista para obreros de fábricas a inicios del siglo XX |
Estaba también el partido Republicano, que era antimonárquico y anticlerical y que se fragmentaba distintos grupos con denominaciones diferentes en ciertas provincias y desiguales apoyos dependiendo del lugar. Los republicanos, en la izquierda, defendían el laicismo y sobre todo, el fin de la monarquía. Eran fuertes en el sur de España y en Valencia, apoyados por el escritor valenciano, ateo y republicano, Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928). Desde 1908 el movimiento se había hecho fuerte mediante el partido Republicano Radical, dirigido por Alejandro Lerroux (1864-1949).
Había una fuerza adicional, el anarquismo, que precisamente por sus postulados políticos, no ejercía su acción en sede política o parlamentaria, sino que era más bien un movimiento puramente sindical y obrero, que defendía a través del sindicato Confederación Nacional de Trabajadores (CNT, fundado en 1910), la acción violenta contra el poder, mediante atentados terroristas. Este movimiento osciló en esos años entre la legalidad y la ilegalidad, y sus ramas se extendían a todos los países, principalmente a Rusia y Alemania. Tenía mucha fuerza en Barcelona, donde eran frecuentes los enfrentamientos violentos entre obreros anarquistas y la policía urbana.
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Periódico anarquista Solidaridad Obrera, en 1907 |
Quedaba por último, como elemento anecdótico y una fuerza muy minoritaria para entonces, el partido Carlista (o Jaimista), de la derecha radical y católica, que sin embargo rechazaba la monarquía de Alfonso XIII y defendía sin éxito la candidatura a la corona de Jaime de Borbón y Borbón (1870-1931), descendiente de Carlos María Isidro (1788-1855). Defendían el catolicismo y la monarquía, pero no en la figura del actual rey Alfonso XIII, sino en la de Jaime de Borbón y Borbón-Parma (1870-1931), pretendiente carlista al trono de España con el nombre de Jaime I (1909–1931). Eran fuertes en el País Vasco y norte de España. Durante la Primera Guerra Mundial, dado que Jaime se encontraba en Austria cuando estalló el conflicto, permaneció allí en arresto domiciliario e incomunicado con sus seguidores españoles.
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Grupo de jaimistas (carlistas) en Manises (Valencia) en 1921, con un retrato de Jaime I de Borbón al fondo |
Cuando en junio de 1914 estalló la Primera Guerra Mundial gobernaba en España el partido Conservador, siendo presidente Eduardo Dato. Dato se apresuró a declarar la neutralidad del Estado ante el conflicto bélico. España carecía de relaciones diplomáticas sólidas o alianzas con los países involucrados y mucho menos con el Imperio Austro-Húngaro.
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Declaración oficial de neutralidad española, firmada por el presidente Eduardo Dato y publicada en la Gaceta de Madrid (actual Boletín Oficial del Estado) el 7 de agosto de 1914 |
España no podía entrar en este conflicto. El país dependía mayoritariamente de la agricultura, solo las principales ciudades disponían de una industria en lento desarrollo. En término medio, uno de cada dos españoles era analfabeto, si bien en las zonas rurales y pequeños municipios de la región de Valencia, y sobre todo entre las mujeres, las tasas superaban el 80 por ciento de analfabetismo.
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Población española en 1900 (Instituto Nacional de Estadística) |
Entre las familias obreras y jornaleras los niños abandonaban la escuela a los 9 o 10 años, tan pronto como terminaban la Primera Enseñanza, y debían trabajar para aportar ingresos a sus familias. Los obreros y las obreras trabajaban un promedio de 10 a 13 horas diarias con descanso el domingo, y solo a partir de 1917 las mujeres consiguieron reducir su jornada a 8 horas diarias. No así los hombres. No existía todavía el Estado de Bienestar, no existía un sistema sanitario ni un sistema de pensiones para la vejez. La esperanza de vida media alcanzaba los cuarenta años. El descontento obrero crecía, alimentado por los partidos socialista, republicano, y el movimiento sindical anarquista. Las huelgas aumentaban en número cada año. Con estos datos y con la reciente pérdida en 1898 de las colonias españolas en América y Filipinas, la idea de entrar en una gran guerra europea no resultaba tentadora.
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Diario católico y conservador "El Restaurador", febrero de 1917. Los germanófilos españoles justificaban en la prensa y las tertulias las acciones de las Potencias Centrales y los aliadófilos, las acciones de la Entente. |
Con todo, la opinión pública se dividió entre los partidarios del Imperio Austro-Húngaro y Alemania (los germanófilos, en su mayoría conservadores) y los partidarios de la Entente, que era la alianza formada entre Reino Unido, Francia, los independentistas serbios y Rusia. Posteriormente Estados Unidos (los aliadófilos, en su mayoría liberales y de forma más abierta, los socialistas y los republicanos).
Pero los distintos gobiernos conservadores y liberales que se alternaron en el poder entre 1914 y 1918 siempre mantuvieron la postura oficial de la neutralidad. Las discusiones entre germanófilos y aliadófilos quedaban en debates de tertulias políticas sin mayor trascendencia.
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Caricatura sobre la neutralidad española publicada en el periódico El Imparcial, agosto de 1914: "Va usted a traerme un tercio de alemana y un bocadillo con pan francés. Si hay ensalada rusa, sírvame una ración". |
El liberal Romanones, presidente del Gobierno desde diciembre de 1915, realizó alguna declaración pública a la prensa a favor de la Entente, lo que despertó vivas polémicas y discusiones diplomáticas ante la creencia de que España abandonaría su neutralidad, cosa que finalmente no ocurrió. El conservador Dato, en cambio, se mantuvo firme desde en la defensa absoluta de la neutralidad española. También defendió la neutralidad el Rey Alfonso XIII (paradójicamente su esposa, la Reina Victoria Eugenia de Battenberg (1887-1969), era inglesa, mientras que su madre, la viuda María Cristina de Habsburgo-Lorena (1858-1929), era austríaca). El rey fue partidario de situar a España como país defensor de negociaciones por la paz con el fin de reforzar su papel diplomático internacional (aunque no tuvo éxito, se intentó).
España no se benefició inmediatamente de la neutralidad. En los primeros meses se desató un pánico financiero ante la incertidumbre de la guerra en Europa. Numerosas empresas cerraron, aumentó el desempleo, y Dato intentó desarrollar obras públicas para aumentar la ocupación laboral, con escaso éxito. Los estados beligerantes cerraron las Bolsas europeas y suspendieron operaciones financieras. Los bancos españoles solicitaron la devolución de numerosos préstamos a sus deudores nacionales e internacionales, y se negó a seguir concediendo créditos. Los inversores españoles cambiaron sus pesetas por plata en un intento de poner a salvo sus ahorros. En 1914 los gobiernos beligerantes restringieron sus compras de productos españoles, por lo que el gobierno tuvo que negociar concesiones para seguir exportando. Logró garantizar la exportación de naranjas valencianas a Reino Unido y Francia, así como hierro a Alemania y Austria Hungría. España, además, contaba con muy limitadas infraestructuras para permitir el transporte de mercancías. Pocos kilómetros de carretera, de vías férreas, y dificultades para aprovisionarse de locomotoras, que eran de fabricación extranjera y por causa de la guerra no llegaban.
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Automóvil Hispano-Suiza, modelo 30-40 HP, fabricado en 1910 en España. |
El automóvil era todavía un lujo para la clase alta y no se concebía como transporte de mercancías o pasajeros, por lo que el ferrocarril soportaba toda la presión. La industria ferroviaria se dividía en multitud de compañías privadas cuyas tarifas estaban limitadas por el gobierno, por lo que recibían subvenciones periódicamente. La industria naval era escasa y los puertos, pocos y pequeños. Los buques que España fabricaba se vendían casi en su totalidad a los países europeos que necesitaban reponer su flota. El PIB español cayó un 2% en 1914.
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Evolución comparada del Índice de Precios al Consumo y del Producto Interior Bruto de España entre 1875 y 1935. Se observa el gran incremento de precios (IPC) durante la Primera Guerra Mundial
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Hubo en 1914 un total de 212 huelgas en España, todas ellas centradas en el salario y jornada laboral , así como el deseo de los trabajadores de que los empresarios reconociesen a los sindicatos (UGT y CNT). Los empresarios preferían tratar con los obreros individualmente, y no con “elementos extraños”. En España en 1914 los sindicatos todavía eran poco representativos y contaban con pocos afiliados, aunque poco a poco seguían creciendo.
En cuanto al conflicto europeo, en 1914 todos los países estaban convencidos de que la guerra sería corta y ambos bandos esperaban conseguir una victoria rápida sobre el contrario. Alemania apoyó a Austria-Hungría en la invasión del territorio serbio, como represalia por el asesinato del heredero austro-húngaro Francisco Fernando y su esposa. Sin embargo, terminando 1914 quedó claro que el conflicto se prolongaría. Ambos bandos luchaban en relativa igualdad de condiciones, con similares armamentos y recursos. Se cavaron trincheras a lo largo de la frontera entre Alemania y Francia, además de otros múltiples frentes. Estas trincheras provocaron un estancamiento del conflicto, pues las tropas de ambos bandos permanecían durante meses sin avanzar ni retroceder, atacando y defendiéndose durante todo el tiempo en el mismo palmo de tierra.
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Trincheras entre Alemania y Francia en 1914
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El alambre de púas fue un obstáculo de envergadura para los avances masivos de la infantería, mientras que la artillería junto con las ametralladoras hicieron casi imposible el despliegue de la infantería en campo abierto.
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Trincheras alemanas en la Primera Guerra Mundial, en 1915 |
Ya en 1914 Reino Unido inició un bloqueo naval contra Alemania. A pesar de que las exportaciones españolas estaban garantizadas desde 1914, en 1915 el bloqueo británico contra Alemania impedía el paso de buques españoles a Alemania, reduciendo la exportación de hierro vasco (Alemania necesitaba el hierro español por ser de mejor calidad que el hierro alemán). Por fortuna, el grueso de exportaciones españolas estaba ya centrado en Reino Unido y Francia (62% de las ventas españolas en 1915, siendo el resto destinado casi en su totalidad a América). España siguió importando carbón desde Reino Unido, aunque en menor proporción que sus exportaciones, por lo que aumentó la balanza comercial, se superó el miedo económico inicial, y el Banco de España se convirtió en el cuarto del mundo por su volumen de reservas.
A su vez, Alemania desplegó submarinos en el océano Atlántico para cortar los suministros entre Estados Unidos y Reino Unido. Esto afectó incluso a trasatlánticos y buques civiles estadounidenses, como el trasatlántico Lusitania, que fue hundido en mayo 1915 con la pérdida de cientos de pasajeros. Esto afectó tangencialmente a España, pues también un buque español, mercante, fue hundido ese año de forma accidental. En principio los buques españoles, por ser neutrales, eran respetados todavía por Alemania, por lo que las exportaciones de productos españoles a Reino Unido y Francia por mar no solo no corrían peligro, sino que aumentaron debido a la necesidad de consumo de estos países, que no podía ser cubierta por éstos debido a la guerra. Como más tarde veremos, en febrero de 1917 esto cambió, pues Alemania, consciente de que perdía su ventaja en la guerra, decidió abrir fuego indiscriminadamente contra cualquier buque, enemigo o neutral, incluidos los españoles.
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Puerto de Valencia en 1917 |
En España para controlar las exportaciones se aprobaron restricciones para controlar la cantidad de productos que se almacenaban y exportaban, en caso de ser necesario para remediar su escasez. Además se podía, llegado el caso, establecer precios fijos o incautar los almacenes. Pero estas medidas fueron ineficaces, pues en la práctica se incumplían. El deseo de los exportadores españoles de vender en el extranjero a países beligerantes, dispuestos a pagar lo que fuese necesario por productos de primera necesidad, provocó un desabastecimiento para los consumidores españoles, y esto a su vez implicó que ante la escasez de productos, subiesen los precios de estos mientras que los salarios o jornales apenas se modificaron. Surgió así el problema de la crisis de subsistencias (inflación), que se agravó de año en año según la guerra europea se alargaba.
El 9 de diciembre de 1915, el liberal Romanones asumió el gobierno español con mayoría parlamentaria. El PIB español aumentó un 0,6% en 1915. Este año terminó sin que el nuevo gobierno español, del liberal Romanones, consiguiera aprobar los Presupuestos Generales, por lo que estos tuvieron que ser prorrogados para el año 1916.
En 1916 las elecciones al Congreso de los Diputados dieron mayoría al partido Liberal y redujeron las filas del partido Conservador, tal y como estaba previsto de acuerdo con el sistema de alternancia pacífica.
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Ciudad de Verdún arrasada tras la batalla, diciembre de 1916
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La guerra europea se había estancado y España seguía neutral. En febrero de 1916 franceses y alemanes se enfrentaron en la batalla de Verdún, en un intento de los alemanes de tomar esta fortaleza francesa. La férrea resistencia de los franceses alargó la batalla durante diez meses, con miles de muertos en ambos bandos, finalizando en diciembre de 1916 con la retirada y derrota de los alemanes.
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Campo de batalla de Verdún en la actualidad. Se observa todavía los montículos de tierra y hoyos llenos de agua de la lluvia que se mantienen donde cayeron durante meses bombas que alteraron el terreno |
En julio de 1916 alemanes y franceses se enfrentaron también en la batalla del Somme, un ataque de franceses e ingleses contra alemanes. Esta batalla finalizó en noviembre, un mes antes que la batalla de Verdún, sin claro vencedor, pues los franceses e ingleses apenas avanzaron diez kilómetros, con un coste de un millón de vidas entre ambos bandos. En esta batalla se emplearon por primera vez tanques de combate.
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Tanque británico en la batalla de Somme, verano de 1916 |
Las batallas de Verdún (febrero-diciembre de 1916) y de Somme (julio-noviembre de 1916) supusieron el principio del fin de los imperios centrales. Además las ofensivas rusas contra Alemania, la entrada de Rumanía en la guerra contra Austria-Hungría, la amenaza de Estados Unidos de entrar en la guerra contra Alemania y otras derrotas militares de alemanes y austríacos dan un giro a los acontecimientos y hacen pensar por primera vez en las posibilidades de éxito de los aliados.
En 1916 la opinión pública española, y sobre todo los socialistas, republicanos y anarquistas, rechazaban la intervención de España en la guerra, principalmente por la falta de preparación militar y las limitaciones económicas. Además el gobierno español era partidario de centrar los esfuerzos militares en Marruecos. Por ello, la neutralidad se mantenía, siendo Dato su máximo defensor. Maura, anterior líder de los conservadores, realizó prudentes declaraciones aliadófilas . Maura apoyó a Romanones en cuanto a mantener los vínculos con Francia e Inglaterra, dados los intereses económicos comunes con España y la posición estratégica y geográfica de nuestro país, aunque sin apoyarlas abiertamente, ya que la neutralidad debía respetarse. Maura apoyó a Romanones en su decisión de no admitir la entrada de submarinos alemanes en los puertos españoles. Romanones, en 1916, estaba convencido de que la neutralidad provocaría futuras dificultades en una España rodeada por los aliados y que la derrota de Alemania era próxima. En diciembre de 1916 España había perdido 16 buques (el 5% del tonelaje total) por causa de los submarinos alemanes. El primero, en marzo de 1915. Los otros quince fueron atacados entre marzo y diciembre de 1916, durante el gobierno de Romanones. Los buques españoles se vieron obligados a tramitar salvoconductos ante los consulados alemanes y aun así continuaron arriesgándose a sufrir ataques marítimos. Gracias a estos salvoconductos, a finales de 1916 se mantuvieron las exportaciones de fruta desde España a Francia e Inglaterra. Tras cada torpedeamiento el gobierno español se limitaba a formular protestas diplomáticas en Berlín, mientras que los republicanos españoles urgían al gobierno a tomar represalias contra Alemania.
A finales de 1916 se iniciaron negociaciones de paz, a propuesta de Alemania, pero fueron rechazadas por la Entente, pues Francia e Inglaterra consideraron que era un buen momento para ellos y no les convenía finalizar la guerra cuando ésta marchaba a su favor.
En Marruecos, en mayo de 1916 la situación había quedado pacificada, y de los casi 80.000 soldados españoles allí destacados, se preveía que en el plazo de un año quedarían 60.000. A su vez, de los 138 millones de pesetas presupuestados como gasto militar de 1915, en 1916 se redujeron a 129 millones.
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Tropas de Artillería españolas en operaciones militares en el la región de El Rif, Marruecos, en 1913. |
En mayo de 1916 la UGT y la CNT acordaron un periodo de colaboración para dejar de lado sus diferencias y buscar puntos en común para una huelga obrera. En ese momento la UGT, aunque era más fuerte que la CNT, perdía lentamente afiliados, mientras que la CNT estaba consolidada en Barcelona y comenzaba a expandirse hacia Zaragoza y Valencia. Acordaron que sus acciones conjuntas serían protestar contra las operaciones militares en Marruecos y el aumento de los precios (crisis de subsistencias), en contra del gobierno liberal del conde de Romanones. Si Romanones no atendía sus exigencias, transformarían la huelga en huelga revolucionaria (más radical). El PSOE, siguiendo las decisiones que en este sentido tomaba su sindicato, secundó esta colaboración.
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Huelga obrera con el lema "Sin pan y sin trabajo". La imagen es de la huelga de La Canadiense, en Barcelona, 1919
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El 12 de julio de 1916 los sindicatos UGT (socialista) y la CNT (anarquista) convocaron una huelga ferroviaria contra la Compañía de Caminos de Hierro del Norte de España (conocida como Compañía del Norte), para solicitar un aumento salarial y para que la filial sindical de la UGT, el nuevo Sindicato Norte, fuera aceptado por la empresa en las negociaciones. El Gobierno suspendió las garantías constitucionales el 13 de julio de 1916 para evitar que la huelga se extendiese a otros lugares -al imponer la censura en los periódicos y dificultar así que en toda España llegasen las noticias de la huelga, que tuvo éxito en Galicia y el País Vasco. La CNT convocó a su vez una huelga en el sector minero del carbón en Asturias el día 15 de julio de 1916. Finalmente, en agosto de 1916 el gobierno de Romanones accedió a aumentar por ley el jornal a los ferroviarios en 25 céntimos de peseta diarios (un real).
Pero este logro no contentó al sindicalismo, que mantuvo su estrategia, al decidir el gobierno que no liberaría a los sindicalistas detenidos en verano. La CNT convocó para noviembre un paro general, pero la UGT dudó a la hora de secundarlo, retrasando la decisión. Finalmente en noviembre la UGT y la CNT acordaron fijar el 18 de diciembre de 1916 para convocar el paro general, con carácter pacífico. Al haber aumentado durante 1916 los precios de las subsistencias y el descontento general de la población, este paro general fue exitoso para los sindicatos, especialmente en Madrid, Barcelona y País Vasco. Fue secundado también por comerciantes y funcionarios. Este éxito fue celebrado por los ugetistas y cenetistas como un triunfo común y les hizo pensar que tenían un poder real para tomar decisiones y forzar al gobierno de Romanones. La CNT llegó a considerar que ese momento significaba el principio de la unificación de ambos sindicatos. Quedó claro que ambos sindicatos controlaban la minería e industria del norte y el transporte ferroviario, y por tanto, la economía española.
En 1916 España batió su récord de exportaciones, gracias a que la economía de los países beligerantes estaba casi paralizada y España se beneficiaba de su neutralidad en el conflicto, proporcionando a Europa lo que ellos no podían producir. El PIB español se disparó un 4,4%, su máximo histórico.
Al terminar 1916, como había ocurrido en 1915, el Gobierno español no logró que se aprobasen los Presupuestos Generales para 1917. La constitución prohibía prorrogar por segunda vez los presupuestos de 1915, por lo que Romanones tuvo que pactar con los demás partidos políticos para aprobar los mismos presupuestos de 1915.
En España en 1916 hubo un total de 237 huelgas, cifra más alta de la década, el 70% de ellas en Barcelona, centro industrial. En diciembre de 1916 la UGT se unió con la CNT para convocar una huelga general, pacífica, para protestar por la subida del precio de los alimentos básicos (crisis de subsistencias). España venía de años económicamente positivos antes de la Primera Guerra Mundial y el conflicto había mejorado la producción industrial. Los obreros conocían esto y tenían expectativas de mejora, que no se veían correspondidas al mantenerse sus salarios estancados. La huelga no tuvo carácter violento -todavía- y no fue necesario que el Gobierno suspendiese las garantías constitucionales, aunque sí vigiló que los huelguistas mantuviesen la neutralidad.
Fuentes:
Ensayo del profesor de Historia en la Universidad Juan Carlos I de Madrid, Roberto Villa García, "1917, el estado catalán y el soviet español", publicado por la Editorial Planeta en 2021. ISBN 978-84-670-6181-9.
La España de Alfonso XIII. El Estado. La política. Los movimientos sociales. Ensayo del historiador Carlos Seco Serrano, publicado por la editorial Espasa, Madrid, 2002.
Gráficos electorales del periodo de la Restauración extraídos de la página web Historia Electoral, disponible en: https://www.historiaelectoral.com/grafictot.html
Artículo titulado "Alzira entorn 1917" [Alzira alrededor de 1917], escrito por el historiador alzireño Aureliano Lairón, con motivo de la reedición en 2017 de "La topografia mèdica d’Alzira de 1917", obra monográfica del alzireño Enrique Badenes Gallach, publicada en 1917 y conservada en la Real Academia de Medicina de Madrid. La reedición de 2017 fue realizada por Aureliano Lairón y Carmel Ferragud, publicada por la Institución Alfons el Magnànim-Centre Valencià d’Estudis i d’Investigació (el Magnànim), entidad cultural de la Diputación de Valencia. ISBN: 978-84-7822-745-7.
Alba Pagán, Ester; Lairón Pla, Aureliano J. (2020). Història d'Alzira. Des de la Prehistòria fis a l'actualitat (Volumen 1). Universitat de València. ISBN 978-84-9133-291-6.
Alba Pagán, Ester; Lairón Pla, Aureliano J. (2020). Història d'Alzira. Geografía física y humana, arte y patrimonio cultural (Volumen 2). Universitat de València. ISBN 978-84-9133-291-6.
Manuscrito (mecanografiado) titulado "Geografia Médica de Alcira", del autor Enrique Badenes Gallach (Cuenca, 1890 - València, 1946). Esta obra puede consultarse en los archivos de la Biblioteca y Archivo de la Real Academia Nacional de Medicina de España. Disponible en: http://bibliotecavirtual.ranm.es/ranm/es/consulta/registro.cmd?id=93 (consultado en abril de 2021). La obra fue reeditada en 2017 por Aureliano Lairón y Carmel Ferragud, publicada por la Institución Alfons el Magnànim-Centre Valencià d’Estudis i d’Investigació (el Magnànim), entidad cultural de la Diputación de Valencia. ISBN: 978-84-7822-745-7.
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